>

Blogs

juanignacio

Animaladas

El pez de la cabeza transparente

En la entrada anterior me ocupé de los ojos tubulares y para terminar inserté un video en el que aparece uno de los peces que tiene ojos tubulares, Macropinna microstoma. Al final del texto volveré a insertar el video, porque es de esta misma especie de la que trato en esta entrada. Esta especie es la única conocida del género Macropinna, que pertenece a la familia Opisthoproktidae. Los peces de esta especie viven en las zonas subárticas y templadas del Océano Pacífico, a profundidades que van de los 600 a los 1.000 m, o lo que es lo mismo, en las áreas de mayor profundidad dentro de la zona mesopelágica. Su rango de distribución geográfica se extiende desde el Mar de Bering en el norte hasta el Japón por el oeste y Baja California por el este.

La especie fue descubierta en 1939, por lo que sus características son conocidas desde hace tiempo. Son peces pequeños, de 4-5 cm de longitud y lo más reseñable de su aspecto es el pequeño tamaño de su boca y los dos ojos tubulares que se encuentran en la parte superior de la cabeza y que apuntan hacia arriba. El nombre común en inglés de esta especie de opistopróctidos es “barreleye”, y en español se les llama “ojobarril”.

Hasta hace poco tiempo era un misterio el modo en que se las arregla Macropinna para atrapar a sus presas, puesto que sus ojos tubulares están en la zona dorsal del cuerpo y la boca se encuentra en la parte anterior. Esto es, la boca no se halla dentro del campo de visión. Así pues, ¿cómo se las arregla para atrapar sus presas si los ojos miran hacia arriba y la boca está dirigida al frente?

Hasta que en 2008 no se publicaron las observaciones hechas en 2004 “in situ” por un grupo de investigadores del Acuario de la Bahía de Monterrey (California), no se ha aclarado el modo de alimentación, paradójico, de estos peces. Gracias a las imágenes grabadas en video hemos tenido conocimiento de su verdadero aspecto. Cuando enviaron el aparato para tomar imágenes y recoger ejemplares al lecho marino y consiguieron grabar las primeras imágenes de Macropinna, lo que más llamativo les resultó fue que la cabeza de estos peces era mayor de lo que pensaban y que además…. ¡era transparente! Desde 1939 hasta entonces nadie se había percatado de ese hecho, seguramente porque los ejemplares capturados con redes de aguas profundas llegaban muy dañados a la superficie y no se conservaba una estructura tan frágil.

En el video se aprecia con nitidez el aspecto real de la cabeza y su transparencia. La cubierta transparente comienza en el punto en el que se encuentran las rosetas nasales, estructuras que asemejan unos ojos, y termina en el punto en que empiezan las escamas en la zona dorsal. Los ojos tubulares quedan protegidos dentro de esa cubierta transparente y se disponen bajo unas copas verdes que se ven con gran claridad en las imágenes; esas copas son las lentes de los ojos y el pigmento verde permite absorver la escasísima luz que llega a esas profundidades. De esa forma pueden detectar mejor la luz procedente de los organismos bioluminiscentes que pululan por allí abajo. Como he señalado antes, las estructuras que se aprecian encima de la boca y que parecen ojos tristes son orificios nasales y los ojos verdaderos se encuentran en el interior, en la parte superior, inmersos en un fluido que llena la cámara que configura el escudo craneal transparente.

Pero además de lo anterior, los investigadores que operaban el vehículo submarino hicieron otro descubrimiento. Si bien los ojos se encuentran apuntando hacia arriba, resulta que pueden modificar su disposición y orientarlos hacia delante. Al examinar los ejemplares trasladados al laboratorio observaron que el máximo ángulo de giro de los ojos llegó a ser de unos 75º. Era sabido que estos peces tienen una musculatura muy compleja, pero hasta que no se vio girar los ojos, no se pudo atribuir esa gran complejidad a nada concreto. Cuando los ojos se encuentran en su posición habitual, informan de lo que ocurre por encima de ellos y cuando detectan algo interesante para comer, pueden acercarse al plano de la boca para mejorar la efectividad del ataque a la presa potencial. Por otra parte, el poder mover los ojos de esa manera incrementa notablemente el campo visual, y además de ver lo que ocurre por arriba, también pueden ver lo que pasa a los lados y al frente. Así pues, es la capacidad para girar los ojos lo que permite a Macropinna ver ante su boca la presa que se dispone a atrapar.

Los ojos de Macropinna son ejemplos de una adaptación evolutiva espectacular. Si ya era notable la anatomía y funcionamiento de los ojos tubulares, así como su valor adaptativo en aguas de luz tan escasa, la posibilidad de hacer girar los ojos con tanta amplitud multiplica de forma considerable sus prestaciones en ese entorno tan especial.

Por Juan Ignacio Pérez

Sobre el autor


septiembre 2010
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930