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¿De qué color es el pelaje del oso polar?

En el pasado, había zoólogos que pensaban que el pelaje de los osos polares era blanco. Creían que de esa forma minimizan la pérdida de calor. A su juicio, las pieles blancas perdían menos calor que las pieles oscuras. Pero estaban en un error, porque la mayor parte del calor se pierde mediante radiación infrarroja y esa radiación no depende en absoluto del color del pelaje. Esto es, pierden el mismo calor los animales de piel clara y los de piel oscura.

Y sin embargo, no ganan calor del mismo modo unos y otros. De hecho, los de piel oscura ganan más calor que los de piel clara. Sabemos por propia experiencia que la ropa negra puede resultar excesivamente calurosa en un día soleado. Por eso, podría pensarse que con el frío que hace en los polos, a los mamíferos que allí habitan les hubiese resultado más ventajoso contar con una piel oscura y sin embargo, los osos polares son blancos.

Por eso, enseguida nos surge la pregunta: ¿Por qué es blanco el pelaje de esos osos? Pues bien, esa cuestión tiene una respuesta doble. La primera respuesta es que la piel, -lo que propiamente dicho es piel-, es negra, aunque el pelaje no lo sea. No lo parece, pero por lo visto, así es. Los pelos del oso son transparentes, aunque parezca que son blancos. Parecen blancos, como ocurre con la nieve, porque la luz, al atravesar unas estructuras que de suyo son transparentes, provoca ese efecto. Según los investigadores que se han ocupado de esta cuestión, la luz llega hasta la piel, gracias precisamente a que los pelos son transparentes y no debe olvidarse, además, que la piel es oscura, por lo que recibe más calor que si fuera clara. Por otra parte, la apariencia blanca de la piel representa también una ventaja, pues permite a estos osos mimetizarse con el entorno blanco en el que se desenvuelven.

Antes de cerrar esta entrada quiero traer aquí un trabajo que se acaba de publicar en la revista PNAS , en el que informan de los resultados de la secuenciación de ADN mitocondrial extraído de un hueso de mandíbula de oso polar datado en unos 130.000 años. La conclusión a la que llegan los autores del trabajo es que el oso polar se había diferenciado de la línea del oso pardo muy poco tiempo atrás, unos 20.000 años antes. Por lo tanto, de ser cierta esa estimación, el oso polar tendría unos 150.000 años de historia como especie diferente del oso pardo. Es realmente muy poco tiempo, menos incluso que el de historia de nuestra especie. E impresiona pensar que en tan poco tiempo pudiese llegar a convertirse en el último eslabón de la cadena trófica de todo un ecosistema. Con toda seguridad una parte importante de su éxito se debió a su pelaje.

Aquí podemos ver a una osa polar al salir con sus dos crías del letargo invernal:

Por Juan Ignacio Pérez

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