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Jon Garay

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Athletic-Honved, una historia que merecer ser contada (parte I)

Existe una clase de relatos muy especial, aquélla de las historias que merecen ser contadas. Una de ellas es la que me propongo relatar en los tres siguentes post. Tiene como inverosímiles protagonistas al Athletic, al Honved y al Ejército Rojo, y en ella se mezclan el fútbol; los tanques; un exilio de 25 años; el cuñado de Kubala; un partido contra un combinado del Real Madrid y el Atlético; 26 personas viajando por Europa mientras su país es invadido con sus familiares en el mismo; un portero que se lesiona, es sustituido y vuelve al partido; una gira por Sudamérica… En definitiva, una historia que merece ser contada.

La temporada de 1956-57 fue la del debut del Athletic en Europa y en la Copa de Europa. En la primera ronda eliminaron al Oporto y en la segunda debían hacer frente al Honved, el equipo del ejército húngaro. Puede que ahora este equipo no diga nada, pero en aquel momento contaba con jugadores como Puskas, Kocsis o Czibor (el primero, como es sabido, terminó jugando en el Real Madrid tras darse casi por hecho su pase al Atlético, mientras los otros dos acompañarían a Kubala en el Barça) y eran conocidos como los “fenómenos húngaros”. No es de extrañar: la selección húngara, con gran parte de los jugadores del Honved, había ganado los Juegos Olímpicos de 1952, vapulearon a Inglaterra por 3-6 en Wembley y llegaron a la final del Mundial de 1954, cuando sorprendentemente cayeron ante la República Federal de Alemania.

Una revolución en marcha
Lo cierto es que la eliminatoria no pintaba nada bien ante semejante rival. El partido de ida debía disputarse en Budapest el 7 de noviembre, mientras que la vuelta tendría lugar en San Mamés el 22 del mismo mes. Sin embargo, un acontecimiento político cambió la situación de forma insospechada: los estudiantes húngaros marcharon sobre el Parlamento nacional en protesta por la situación del país, supeditado a los designios de Moscú. Un peaje más del ‘Telón de Acero’. Por una cosa o por otra, las autoridades no lograron reconducir la situación y todo terminó con una revolución nacional y un cambio de gobierno.
La balanza comenzaba así a inclinarse del lado del Athletic, una inclinación que se acentuaría con una decisión tomada en los despachos del Kremlin: el 4 de noviembre, los tanques del Ejército Rojo debían entrar en Budapest, sofocar la rebelión y acabar con el recién instaurado Gobierno de Imre Nagy.

¿Y el fútbol?

A la vista de todos estos acontecimientos, poco podía importar un simple partido de fútbol. A esas alturas, ya era evidente que el partido de ida, previsto para tres días después, no se podría disputar en Budapest. Tras muchas idas y venidas, se estableció que San Mamés acogería la ida el día 22 de noviembre. Lo de la vuelta se resolvería más adelante.
La cuestión entonces residía en saber qué sería del equipo húngaro. ¿Cómo preparar un partido con el país poblado de tanques soviéticos? Poco podía imaginar entonces Puskas que la gira de partidos amistosos que comenzó con el Honved supondría un exilio de 25 años.
Aprovechando un momento en que los acontecimientos parecían recobrar cierta normalidad, el propio Puskas y Kockis pidieron al presidente Kadar que permitiera al equipo salir del país para cumplir con una serie de compromisos. Así fue. Se trasladaron a Viena y supieron que la frontera austrohúngara quedó sellada. Ellos estaban ya fuera del país, pero no sus familiares. El drama de los 26 componentes de la expedición recién comenzaba.

La gira por Europa y la llegada a España
Alemania fue la primera parada de esta peculiar forma de afrontar una eliminatoria europea: de gira y con los familiares en un país invadido. Un combinado del Rot Weis de Essen y el Fortuna de Düsseldorf fue su primer sparring. 5-5 fue el resultado.
“Desanimados y faltos de apetito”, su siguiente parada fue Amberes, donde ganaron al equipo local por 3-0. Por esos días se conoció una noticia que resalta todavía más lo extraordinario de su situación: el Grashhoper de Zürich, que debía jugar el partido de vuelta de la competición europea contra el Slovan de Bratislava, no lo haría porque la Policía de la ciudad “prohibía toda competición con equipos del bloque soviético a fin de evitar manifestaciones”.
A continuación pasaron
a Francia, donde cumplieron con otros dos compromisos. En el primero ganaron 4-3 al Racing de París y en el segundo batieron al Rouen, un equipo de segunda, por 5-2. Era 15 de noviembre y ya debían tomar el tren que les llevaría de París a Hendaya. Su llegada tuvo algo de película de espías. Sólo diré que un periódico en el brazo izquierdo era la señal establecida para que el encargado de recibirles reconociera al delegado de la expedición húngara. Continuará.

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