Pensemos un momento en la estrategia que está llevando a cabo Florentino Pérez en el Real Madrid. Se ha gastado 65 millones de euros en Kaká y otros 93 en Cristiano Ronaldo con el argumento económico de que son “inversiones seguras”. Venta de camisetas, contratos publicitarios y pago de las televisiones rentabilizarían casi de inmediato semejantes dispendios (un sólo año bastaría, según Marca en el caso del brasileño). Una estrategia infalible, aseguran tanto los mandatarios blancos como unos medios de comunicación poco dados al pensamiento crítico.
Sin embargo, la lógica de esta estrategia, dicho de forma descarnada, se basa en gastar más cuando uno está en crisis. Es más que probable que la situación económica del Real Madrid no sea tan boyante como se viene pregonando (si Calderón mintió en asuntos como el de los socios compromisarios, es más que posible que las cuentas presentadas sean, cuanto menos, sospechosas); de la deportiva, el gran año del Barcelona hace parecer la misma mucho peor de lo que es realidad. En cualquier caso, para remontar esta situación, Pérez apuesta por un gasto descomunal. Esta estrategia recuerda a las teorías de John Maynard Keynes, que abogó por incrementar el gasto del estado para remontar la crisis económica posterior a la II Guerra Mundial. El estrambótico paralelismo sería como sigue: de la misma manera que el gasto del Estado ayuda a crear empleos y esto reactivaría el consumo, dando así lugar a un círculo virtuoso que permitiría salir de la crisis, la inversión en fichajes mediáticos serviría para engrasar la maquinaria económica al incitar a los seguidores a comprar camisetas, a las televisiones a incrementar los contratos y a los patrocinadores a pagar más por ligar su firma al club blanco. ¿Brillante? No lo creo.
Si esta lógica funcionara, ¿por qué el Milán, con grandes problemas económicos, ha dejado marchar a Kaká? Pudiera pensarse que su imagen ya no generaba tanto entusiasmo entre los seguidores o entre los patrocinadores; vende la novedad, podría argüirse. Pero siguiendo el ‘método Pérez-Keynes’, la solución es sencilla: invertir lo que no se tiene en, por ejemplo, Ibraimovic para reactivar el flujo que alimentaría las arcas del club. Tan sencillo como esto. ¿Y qué decir del Valencia, obligado a vender activos en forma de jugadores?