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Jon Garay

Aletheia

Sorpresas da la política

Las elecciones en el País Vasco y Galicia han arrojado unas cuantas sorpresas en la política nacional. Vayamos por partes. La situación en Euskadi se presenta apasionante. Es un hecho histórico que el PNV se encuentre por primera vez ante la posibilidad real de perder la Lehendakaritza, hecho este que no acaban de asumir; hablan incluso de “apocalipsis” y de “golpe institucional”. Como bien señaló Patxi López, el “Partido” debería dejar de pensar que el País Vasco es su cortijo privado. Ya dijo Francisco I sobre la pretensión de los españoles por acaparar América en el siglo XVI que en el testamento de Adán no se dice nada sobre este supuesto…

Y bien pensado, quizás no sea el peor momento para entregar el testigo. La situación económica va a empeorar con toda seguridad en los próximos meses, de manera que una gestión poco acertada del gobierno “frentista” (en palabras, claro, de los peneuvistas) del PSE-PP-UPD les daría un excelente argumento al PNV para volver a la carga en las próximas elecciones.

Desde el lado de la hasta ahora sempiterna oposición, la ocasión es fenomenal para dar un giro a determinadas políticas. Una me llama la atención: la relativa a la actitud de la Ertzaintza hacia la izquierda abertzale. Resulta que en los últimos cuatro años, la Policía autonómica no ha realizado ni una sola operación contra ETA y me consta que las directrices de Interior explican este hecho. Otra sería la cuestión del euskera, que no ha logrado el consenso ni siquiera en el tripartito. EA ha querido ir demasiado deprisa y ahora habrá que ver en qué quedan sus “decretazos”. En cualquier caso, ambos son temas demasiado importantes como para que un cambio de gobierno implique un vuelco radical. Esto, como suele ser la política exterior, deberían ser temas casi invulnerables a las disputas partidistas.
Y queda el éxito de Aralar. Creo que es algo positivo que una formación otrora del lado de la violencia mantenga sus postulados políticos sin recurrir a las armas. Su éxito, de 1 a 4 escaños, ha sido celebrado por casi todos; pero cabe preguntarse si un crecimiento exponencial de esta formación sería realmente aceptado. Me explico. Si esta formación defensora de la independencia del País Vasco lograse una mayoría, ¿dejarían el resto de fuerzas que se plasmasen sus planes? Está claro que por medio de la violencia, ETA no lo logrará (eso espero); pero ¿y si sus ideales triunfan democráticamente? ¿Qué ha sucedido con Hamas en Gaza? Se les ha ofrecido un dulce (“vuestras ideas son legítimas siempre que dejéis de lado la violencia”) que quizás resulte amargo (intervención en una hipotética decisión democrática).

En cuanto a Galicia, el regreso a la mayoría absoluta del PP supone un espaldarazo sorprendente para Rajoy, que se suma al buen resultado de Basagoti (ha perdido dos escaños, pero no ha estado mal tras la salida de María San Gil). Justo en el momento en que más acosado se hallaba con las tramas de espionaje y corrupción, y con su pésima gestión del ‘affaire Garzón’, el líder del PP ha salido airoso. Y la posibilidad de tener una importante influencia en el Gobierno vasco les debe sonar a música celestial. ¿Se mostrarán duros en sus exigencias con el PSE?¿Qué dirán sobre las políticas contra el terrorismo y el euskera?

Por último, ¿qué sucederá con el apoyo a los Presupuestos Generales que el PNV prestó al PSOE? Lo autonómico se mezcla con lo nacional de tal manera, que los cálculos políticos deben medirse al milímetro. ¿Qué pasará? Sorpresas da la política.

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