En los últimos tiempos se está hablando de la posibilidad de introducir las últimas tecnologías en el fútbol para evitar lo inevitable: los errores arbitrales. Algunos se oponen porque supondría perder las discusiones de bar de las que tanto gustan los aficionados; pero yo soy partidario de las mismas. Prefiero charlar (lo de discutir me parece un poco excesivo para un tema como el fútbol) sobre lo bien o mal que juega un equipo que sobre un fuera de juego.
Pero no es de esto de lo que quiero hablar en este post. Mi propuesta es penalizar a aquellos equipos que se dedican a cortar el juego con continuas faltas. No se trata de la discusión entre ‘bilardistas’ y ‘menotistas’, sobre el resultadismo y el esteticismo; porque sobre eso no hay acuerdo posible. Defender y atacar depende de las posibilidades de cada equipo y tan “legal” es una cosa como la otra; es cuestión de aprovechar mejor las virtudes de cada uno. Pero las faltas son infracciones, “fraudes de juego”, y deberían ser más duramente sancionadas. Para eso están las tarjetas, dirán algunos. Cierto, pero es raro que la acumulación de faltas por más de un jugador sea sancionada. Y eso supone interrumpir continuamente el juego y devaluar el espectáculo o la competición, según cada uno conciba el fútbol (y el deporte en general).
¿Qué hacer para terminar con este “fraude”? Yo, siguiendo el ejemplo del fútbol sala (el baloncesto hace algo parecido con los tiros libros tras las cinco faltas de equipo), propondría castigar la acumulación de faltas con un doble penalti (en forma de disparo directo o de un uno contra uno, como se hizo en su tiempo en el soccer estadounidense; son muchas las opciones posibles). Cada diez faltas por equipo, por ejemplo, podría pitarse esta sanción, de manera que la táctica de interrumpir continuamente el juego tuviera un serio inconveniente. Se puede defender, pero sin hacer faltas. Albelda y compañía tendrían los días contados.