A lo largo de estos días se está celebrando en Madrid la pasarela Cibeles. En paralelo, la capital acoge otro gran acontecimiento: la feria de arte contemporáneo ARCO. Ambos eventos tienen algo en común: la estupidez de sus creadores y las consecuencias negativas de su “creatividad”. Empecemos por lo segundo.
En cuanto a ARCO, las consecuencias negativas tienen más de “espiritual” que de real, en tanto que sólo convulsionan el torbellino de ideas del arte. A una creación idiota le sigue otra más idiota aún y así sucesivamente, todo ello adornado con un discurso pseudofilosófico que trata de dotar de prestigio la susodicha estupidez creada. No creo que esto preocupe excesivamente a la sociedad (si no fuera porque se ganan la vida haciendo ver lo que no son).
Sin embargo, y entrando en el primero de los aspectos, los desfiles de moda tienen consecuencias mucho más perniciosas. No me refiero, por supuesto, a la ropa en sí, sino a los modelos humanos que muestran. Ya es bien conocido el estereotipo de mujer escuálida que presentan los diseñadores, pero ahora también insisten en mostrar unos varones cada vez más prepúberes y escuálidos; seres andróginos en ambos casos.
Poco se puede decir respecto a los ropajes, pero el modelo humano es claramente antinatural. La mujer que se propone va contra la propia naturaleza, porque una mujer sin grasa es una mujer sin regla, una mujer infértil. Para que vosotras las féminas tengáis la menstruación, necesitáis un mínimo del 18% de grasa en el cuerpo, cifra a la que gran parte de las modelos no llegan ni por asomo. Y los estrógenos son muy importantes para otras muchas cuestiones como la prevención de enfermedades cardíacas. En cuanto a los hombres, el bajo peso es más “admisible” en tanto que nuestro cuerpo tiene un porcentaje de músculo mayor, pero también desemboca en la desaparición del apetito sexual, pérdida de sueño y de concentración, osteoporosis…
Así las cosas, se puede afirmar con rotundidad que la moda actual va objetivamente contra el ser humano. Dejemos de hacer caso a las bobadas “innovadoras y creativas” de esos intelectuales que no sólo nos guían en cuanto al ropaje, sino que se arrogan también el derecho de dictarnos los cánones humanos de belleza. Si hay un criterio objetivo para establecer que una moda (o una civilización entera) es “mala”, ése no es otro que la propia vida, esto es, si un dictado cultural lleva a la desaparición del individuo o de la sociedad que lo adopta, tal dictado es “malo”. La moda se ha convertido (o eso pretende) en arte y nuestro arte, nuestro ARCO, no deja de ser una gran estupidez. Cuando esa estupidez pone en peligro la vida, se convierte en un CRIMEN.
Aletheia