En diciembre de 2009, en el ‘Puente de la Constitución’, la pareja vitoriana formada por Sagrario y Carlos se dejó caer por el Santuario de Santa Casilda, en la zona de La Bureba, Burgos. Hacía unas pocas semanas habían visto un reportaje en TVE sobre el enclave espiritual burebano y les llamó la atención la leyenda de que Santa Casilda tiene la propiedad de hacer fecundas a las mujeres que se encomiendan a ella y además, con un poco de maña, «hasta se puede elegir el sexo del bebé». Y dicho y hecho. Cogieron el coche y se plantaron en el santuario. El lugar les encantó y realizaron con todo detalle el ritual de lanzar una teja al Pozo Blanco. Eligieron teja porque querían niña. En caso de preferir niño, la tradición manda tirar una piedra.
El lanzamiento no es fácil y debe hacerse desde un lugar alto y alejado del pozo. Pero los vitorianos lo consiguieron. Y… meses después llegó a este mundo Iraya. Eso fue el 29 de agosto de 2010. Y sus padres, como agradecimiento a la santa, acaban de volver al santuario con la pequeña. Han traído consigo una foto de la niña para depositarla en el museo de exvotos pero no han podido hacerlo. «Hemos hablado con el párroco y nos ha dicho que ya no se permite colocar nada y hemos advertido que han limpiado el museo y han retirado muchos de los retratos que la gente había dejado en este lugar como señal de agradecimiento a la santa; en nuestra opinión, esto supone desilusionar las creencias de la gente», afirman. Pero el viaje ha merecido la pena. Y aseguran que volverán.
La leyenda de Santa Casilda sobre la fecundidad ha atraído durante décadas a distintas generaciones de matrimonios que han creído en ella y que, especialmente, confiaban en poder elegir el sexo del bebé. Y esta tradición, ha resurgido a raíz de la emisión del programa televisivo, según aseguran desde la Oficina Municipal de Turismo de Briviesca. Pero el santuario también conquista por lo que se dice de las aguas del Pozo Negro: que tiene propiedades curativas. Hoy, son muchos los que creen en este ‘milagro’ en el que también tuvieron fe sus antepasados. Sin duda, el Santuario de Santa Casilda es uno de los rincones que mayor número de visitantes atrae a la comarca en todas las épocas del año. m.j.f. (DIARIO DE BURGOS)
Hay lugares así en Alava como la iglesia de San Fausto, en Bujanda con una enorme tradición. San Fausto Labrador cuyo incorrupto cuerpo se venera en el pueblo de Bujanda, es particular protector de la fecundidad de los matrimonios y fiel custodio de los campos y frutos.
Según recogen las crónicas de Landázuri , San Fausto Labrador era original de Alguaire (Lérida). Desde muy joven se dedicó a los pobres y necesitados. Se embarcó en el Mediterráneo y fue hecho prisionero por los sarracenos. Fue esclavo de un amo cruel que no dudaba en azotarle cada vez que lo encontraba rezando. Un día el amo se desmayó al ver que el instrumento de labranza realizaba la labor solo, mientras el santo oraba. A partir de esto catequizó al moro y volvieron los dos a Alguaire. Cercano a la muerte pidió a sus parientes y amigos: “después de mi muerte pondréis mi cuerpo sobre la caballería que tengo, y aquel sitio donde Dios la condujera, allí me dejaréis”. El santo debió morir hacia el año 604. Los parientes y amigos llevaron a cabo su petición, lo colocaron sobre la caballería y esta vadeó los ríos Ebro, Aragón y Ega llegando a Bujanda. Los hagiógrafos, como el propio Landazuri, lo datan en el siglo VII, un siglo antes de que árabes y bereberes, recién islamizados, comenzaran la conquista de la península en 711. De ser cierto, significaría que el sepulcro santo pasó inadvertido a las numerosas aceifas que se adentraron en Álava durante los siglos VIII y IX, en particular a la de Abderramán II, que lo hizo por la cuenca del río Ega.
Por otro lado, según las crónicas, San Fausto dedicó una parte importante de su vida a predicar en tierras sarracenas. Esto sería más propio de siglos posteriores, cuando la conciencia de “cruzada” se extendió con vigor por toda Europa (a partir de los siglos XII y XIII).
Existen otros anacronismos y, sin embargo, el nombre “Fausto” (afortunado, próspero), tan latino, parece confirmar una cronología temprana. Tal vez fuera contemporáneo de otros santos de época visigótica, como San Braulio (obispo de Zaragoza, † 651), San Prudencio (720, obispo de Tarazona), San Formerio…
Durante la Alta Edad Media se habían creado en esta zona de Álava, al igual que en otras zonas cercanas de La Rioja, Burgos y sur de la sierra de Cantabria, pequeñas comunidades cristianas repartidas por diversos eremitorios rupestres, como el más cercano de San Román o Marquinez, o los de Faido y Laño, en Treviño, y el más influyente de San Millán de la Cogolla. Quizá alguno de estos ermitaños fuera descendiente de los últimos colonos hispanoromanos de Antoñana, Angostina o Quintana. Pero lo más probable es que, como San Millán, provinieran de comunidades más asentadas al sur de la sierra de Codés.
El II tomo del Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria dice lo siguiente:
las próximas comarcas, desde Bajauri a Zúñiga y desde el Valle de Arana hasta la Rioja”.
En la actualidad, los pueblos que realizan rogativas a San Fausto son: