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Francisco Góngora

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Un camino

Hace unos días descubrí un camino, el que une el pueblo de Zuazo de Vitoria con el nuevo barrio de Zabalgana y la zona de Mariturri que se está convirtiendo en una área arqueológica. El camino es antiguo. Según los vecinos de Zuazo era el que les conducía a Vitoria de toda la vida. Tiene ese sabor rústico, carretero, con la hierba en medio, que ya no se encuentra en la cercanías de Vitoria porque todo se acaba homologando para los paseantes con el pavimento ‘todouno’. En poco menos de 10 o 15 minutos nos colocamos en el origen y en el destino, según se mire. Se puede empezar desde Zuazo o desde bulevar de Mariturri.
Se encuentra integrado en el parque de Zabalgana pero aún conserva un sello propio. Sobre la tierra compacta aún se ven algunas losetas viejas que uno pretende que sean romanas, pero de eso nada.
He preguntado si el famoso Iter XXXIV, la calzada romana que une Burdeos y Astorga, tiene algo que ver con esa senda, habida cuenta de que en Mariturri aparecieron restos de ella y parecen mirar a Zuazo. Mi gozo en un pozo. Julio Núñez, a la sazón director del plan director de Iruña Veleia (el nuevo) y gran estudioso de esta calzada romana importantísima me señala que el camino no pasa por el pueblo de Zuazo, sino que coge una dirección desde Mariturri hacia Margarita. Naturalmente no quedan restos por ningún lado.
Hace unos años explicaba Julio Núñez cómo era esta autopista tras los últimos hallazgos de restos romanos en Mariturri, en las cercanías de Armentia, que confirmaron plenamente algo en lo que todos los arquéologos coinciden. La romanización de Álava fue muy profunda, tuvo fases de esplendor y de decadencia a lo largo de cinco siglos y se tejió en torno a esa autopista, el Iter XXXIV.
Mientras Jesucristo moría en Jerusalén en tiempos del emperador Tiberio -año 33 del actual calendario-, entre Ascarza, Arcaya, Armentia, Zuazo, Júndiz y Margarita -pueblos dentro del término municipal de Vitoria- y finalmente Veleia ya había una verdadera autopista de losas que permitía primero el paso rápido de las legiones de Roma y, posteriormente, el del comercio, la lengua, la cultura y el derecho de aquella civilización que alcanzó hitos de desarrollo asombrosos.
La vía, espectacularmente recta, -existen tramos en Italia de hasta 95 kilómetros sin una sola curva- tenía una anchura de 4,10 metros. En el año 100 se amplió a 6,10 metros, la medida de todas las calzadas romanas importantes, cuyo concepto no era el camino que unía dos puntos, sino el de vía que permitía el control del territorio entre dos ciudades importantes. Era una carretera tan magnífica que al menos se utilizó durante 600 años y las demás rutas que le sucedieron, como la de Santiago o el camino real, reutilizaron su trazado. Quedan vestigios de ello.
Una estación de correos
Julio Núñez y Paquita Saénz de Urturi, los directores de la excavación de Mariturii sacaron en 2006 a la luz los cimientos de 300 metros de esta formidable vía y un detalle capital. Mariturri se encuentra a 4 millas de la ciudad romana de Iruña y a 4 de otro asentamiento importante, el de Suessatio-Arcaya. «Justo en medio. Se trata de una estación de postas al servicio del Estado romano y de sus correos, la primera que se descubre en la península Ibérica. Allí se cambiaba de caballos o se reparaban los desperfectos de los carros», indica el profesor Julio Núñez V, experto en el mundo romano.
Otro hallazgo afortunado, es la punta de una lanza del siglo VI, que permite constatar que en ese tiempo aún se reparaba la calzada. «Es la primera estación de correos que se descubre en la península Ibérica», indicó Núñez que conoce con detalle el rectilíneo trazado de llamado también Itinerario de Antonino. No fue el único descubrimiento. Una granja de vacas, que dio nombre a Armentia -vaca se dice armentum en latín-, y un poblado convirtieron a Mariturri en un libro abierto de la historia.
Un proyecto de musealización y su encaje en la urbanización de Zabalgana permitirá pronto que todos estos vestigios, aunque no sean monumentales, puedan ser visitados y sirvan para comprender cómo se vivía hace 2.000 años.

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