Hay en La Florida, el céntrico parque de Vitoria, un árbol especial. Tiene 154 años y fue traído de París como otro montón de los más añosos, el hermoso cedro del Líbano, la sófora del Japón, los tuliperos de Virginia, las piceas rojas o arbustos como las estafileas o el chimonanto. Está en el mismo paseo, frente a la fuente y un poco más allá de la escultura dedicada a Eduardo Dato. Todos los que pasean cada día por La Florida o van camino del Santo pueden sentir su presencia si miran hacia arriba. Como hay quien ha expresado muy bien lo que transmite este hermoso gigante, lo voy a copiar. Es un texto de 2001 de ENZA una revista desaparecida pero que nos regaló buenos momentos, como este. La mirada es de Paloma Díaz Mas, escritora madrileña que fue profesora durante algunos años en la UPV y se enamoró de muchas cosas de Vitoria: “Pero si quisiera salvar uno solo de los árboles de Vitoria, haría inmortal el haya de hojas de helecho (Fagus sylvatica Asplenifolia) que crece en el parque de La Florida, cerca del Parlamento vasco. Es un árbol solemne, acogedor, como un abuelo sabio, pero al mismo tiempo revestido de una gracia y una elegancia femenina. Desde que empieza a brotar en primavera hasta que se desnuda definitivamente a finales del otoño, cada momento es un espectáculo. Si uno se acerca junto a su tronco se siente abrazado por una cúpula de ramas que se eleva al cielo y cae luego como un manto protector”. Amén.
Es uno de esos pequeños tesoros que tenemos en la capital alavesa. Naturaleza y belleza en un mismo escenario. Alberto Schommer, el gran fotógrafo vitoriano, eligió este árbol cuando la ciudad le quiso homenajear. Un monolito lo recuerda.