Hace tiempo que no se ven sobre los cielos de Vitoria volar a tanto gorrión. Cada vez hay menos. La organización SEO/Birdlife ya llamó la atención sobre el declive de esta especie tan abundanteantaño en nuestros pueblos y ciudades que se consideraba plaga y que dio pie al famoso dicho ‘al gorrión, perdigón’. En un artículo publicado en la revista Ardeola (www.ardeola.org) se cuenta que hubo un tiempo en que los gorriones eran una verdadera plaga y ponían en aprietos a los agricultores.
Concretamente, Luis Miguel Torres-Vila, junto a un equipo de otros siete investigadores de la Universidad de Extremadura y del Gobierno extremeño, ha llevado a cabo un extraordinario trabajo de documentación y análisis de datos históricos a lo largo de cuatro siglos para conocer en qué lugares de Extremadura (según las fuentes oficiales de esa época) se produjeron las “plagas de gorriones” (común Passer domesticus, moruno P. hispaniolensis y molinero P. Montanus). El análisis abarca concretamente desde el año 1501 hasta 1900 teniendo como fuente de documentación 12.000 Libros de Acuerdos de 203 archivos municipales. Se encontraron 251 acuerdos sobre “plagas de gorriones” repartidos en 336 años e implicando a 47 municipios. “La mayoría de esos acuerdos (97,2%) fueron repartimientos a los vecinos imponiendo la entrega obligatoria de un número de gorriones muertos en un periodo determinado, bajo pena de multa o cárcel”, cuentan los autores.
Además, los resultados mostraron una variación significativa tanto a escala espacial como temporal en las “plagas de gorriones”, la cual se relacionó con factores ambientales y agroecológicos. El índice espacial mostró valores altos en algunas zonas cerealistas, destacando la Raya, al oeste de Badajoz. Por su parte, el índice temporal alcanzó valores máximos a mediados del siglo XVIII (1741-1779), según los autores “probablemente por ser un período más templado (dentro de la llamada Pequeña Edad de Hielo) junto con una mayor disponibilidad de alimento para las aves relacionado con el aumento de la temperatura. También se examinaron algunos factores sociopolíticos, económicos e históricos que podían haber influido en los índices de plaga”.
El trabajo, además ofrece un análisis histórico que saca a la luz interesantes datos de cómo la Administración autorizaba la caza de especies, que ahora están protegidas, sin ningún tipo de estudio (ni legislación al respecto) sino más bien por considerarlas competidoras directas del hombre en algún aspecto; en el caso de los gorriones porque el cereal forma parte de su dieta. No sería, según los autores, hasta finales del siglo XIX, con la Ley de Caza de 1879, que establecía algunas medidas generales de protección, y sobre todo con el Convenio Internacional de Aves Útiles para la Agricultura de 1902, suscrito por España, cuando la Administración mostrara más sensibilidad en la protección de las aves. Desde esta perspectiva histórica, no hay que olvidar que la lucha orquestada contra los gorriones por el gobierno chino de Mao a mediados del siglo XX por considerarlos perjudiciales para la agricultura desembocó en un problema aún mayor de hambruna ya que la drástica disminución de esta especie en los campos desembocó en la proliferación de plagas de insectos que arrasaron las cosechas.
Actualmente, los estudios de seguimiento de aves realizados por SEO/BirdLife corroboran un declive generalizado de los gorriones en España, muy particularmente del gorrión molinero (con un descenso del 31%) y del gorrión común (-11%), pero también en toda Europa, donde en ciudades como Londres ha desaparecido. No en vano, cada 20 de marzo se celebra el Día Mundial del Gorrión para recordarnos la importancia de esta ave tan cercana al ser humano, indicador de la salud de nuestro entorno, y cada vez más necesitada de medidas de conservación que garanticen la continuidad de sus poblaciones.