Los excursionistas que hemos subido alguna vez al Gorbea nos hemos fijado en un gran surco en zig zag alrededor de la cumbre, situada fundamentalmente en la vertiente alavesa. Desde allí arriba, a 1475 metros, la panorámica es formidable y el control sobre Vitoria en los días claros es total. Por eso están allí las trincheras. En cuanto Vitoria cayó en manos de los rebeldes en julio de 1936, Gorbea fue una posición estratégica. Era el punto más elevado del frente entre las tropas rebeldes y los leales a la República. Seguramente, para los mendigoizales del PNV, también era una cuestión simbólica.
De hecho, Juventud Vasca envía algunos mendigoizales a Gorbea a finales de julio para que informen sobre la situación. El día 30 de julio suben Esteban Elgezabal, Joseba Kortabarria y Sabin Apraiz. Este último baja a informar y los otros dos se quedan en el refugio de Eguiriñao. Al parecer, un pastor de Bedia de ideología conservadora baja a Murgia y denuncia la presencia de los jóvenes a las tropas allí acantonadas. Les vino a decir que estaban allí para impedir el paso de los numerosos carlistas vizcaínos que se pasaron al otro lado los primeros días de la guerra y de apoyar a los que lo hacían en sentido contrario. Una patrulla sube y detiene a los dos mendigoizales y al joven Primitivo Ángel Estabillo, que era uno de los que se había pasado desde Vitoria ya había contactado con ellos. A los pocos días son fusilados en Vitoria, provocando una gran conmoción en el PNV. La sangre por el Gorbea empieza a correr. En recuerdo de Estabillo, la primera compañía del Batallón Araba, formada exclsuivamente por nacionalistas, llevará su nombre.
Después de estos sucesos, a primeros de agosto de 1936 un grupo de veinte jóvenes nacionalistas son enviados al Gorbea. Están muy pobremente armados y los manda Sabin de Apraiz. Posteriormente, sube otro destacamento de 75 hombres al mando de Primi Abad que toma otras cimas como el Berretin. El frente y las trincheras se van asentado. En octubre son relevados por la compañía Landarraga del Batallón Padura.
Durante estos meses el Gorbea es un lugar utilizado para ‘pasarse’ de bando. Unos, a la zona nacional y otros, a la republicana. Los pastores hacían de guía en un caso y otro. Algunos fueron fusilados por hacer esa tarea. También se dieron golpes audaces de mano para requisar ganado en la cumbre. En uno de estos se cogieron 1.680 ovejas que fueron trasladadas a Manurga. Los cuatreros en este caso fueron los requetés y algunos soldados. Muchos de aquellos hombres estaban muy acostumbrados a manejar ganado.
El destacamento del Gorbea asistió desde la cima a la batalla de Villarreal que se desarrolló a lo largo del mes de diciembre. Los nacionalistas tomaron, entre otros puntos estratégicos, los embalses del Gorbea y el Oketa (Gorbea Txiki).
En enero de 1937 se formó el tercio de la Virgen Blanca, integrado por cuatro antiguas compañías del Requeté de Alava -la organización paramilitar del partido carlista- . Además de alaveses había en ella muchos vizcaínos, gentes de caseríos y pueblos como Areatza (Villaro), Yurre, Dima Ceánuri. Muchos de ellos se pasaron precisamente por el Gorbea con la ayuda de pastores también de ideología carlista.
Cecilio Sierra-Sesúmaga, un carlista de Villaro, cuenta en el libro ‘Requetés’ de Pablo Larraz y Víctor Sierra-Sesúmaga cómo se desarrolló uno de los combates por la posesión de la cumbre. El testimonio es tan rico en matices que merece la pena conocerlo para que la próxima vez que subáis al Gorbea detrás de las ya rellenas trincheras sepais la historia que esconde esa herida en la cresta desnuda del emblemático monte.
“Tras varios meses en la zona de Unzá, Uzquiano y Belunza, el 31 de marzo de 1937 nos trasladaron a Murguia. Nos presentaron a nuestro nuevo jefe: el capitán Azcarretazabal, un muchacho de 28 años recien casado.Íbamos a entrar en acción porque a cada uno nos dieron 150 balas”…….
“A las 12 de la noche nos pusimos en marcha sin más armas que nuestros fusiles, algunas bombas de mano y una ametralladora por compañía que llevaba Elexpe, requeté de Dima, con las acémilas. No llevábamos ni herramientas para cavar trincheras. En medio de una noche cerrada cruzamos el río Arcari por debajo del Berretín, con la mala fortuna de que uno de los mulos cayó al río con una de las ametralladoras y un pellejo de vino, que se perdió”.
“Tras una larga noche de marcha llegamos a Gorbeigane, a 1.475 metros de altura, hacia las ocho o las nueve de la mañana. Apenas pegamos cuatro tiros, las fuerzas que ocupaban la cima salieron corriendo y nos faltó tiempo para colocar una bandera nacional de tres metros de largo en lo alto de la enorme cruz de hierro de la cumbre. Estábamos contentos por lo fácil que había resultado la operación y las cuatro compañías del Virgen Blanca pasamos el primero de abril de posición en la cruz del Gorbea……Hacia las cinco de la tarde, ordenaron a la segunda y la tercera compañía pasar a Berretín, mientras que la primera y la cuarta permanecimos guarneciendo el Gorbea. Sin embargo, cuando levantó la niebla pudimos ver en los alrededores una importante concentración de fuerzas enemigas. Se hablaba de siete batallones, entre ellos los nacionalistas Lenago-il, Padura y Aristimuño y aquello afectó a la moral de la gente. Al anochecer, ya que estábamos sin herramientas, hicimos con las bayonetas parapetos de zoiek (tepes de hierba) a unos metros de la cruz, por la parte alavesa. La cosa estaba fea, así que se pusieron escuchas por la parte de Aldamín e Iguiriñao, para detectar al enemigo en caso de ataque. No tardaron. Hacia las doce de la noche tuvimos el primer contraataque, que conseguimos rechazar. Al día siguiente lo intentaron hasta en cuatro ocasiones, apoyados con morteros del 51, que nos causaron bastantes bajas, y por una ametralladora del batallón Lenago-il, que nos batía desde la peña de Aldamin.”
“Estábamos dispuestos a resistir y varios atacantes cayeron bajo nuestras balas de fusil. Uno de ellos, herido, quedó en tierra de nadie y no dejaba de pedir socorro. El teniente Casto, que era fraile de la Doctrina Cristiana o por el estilo, decidió salir al descubierto para asistirle. Cuando se le acercó el herido rojo le preguntó: “¿Y quién es usted?”. Casto le contestó: “Un oficial del Requeté de Álava”. Para su sorpresa, el herido comenzó a gritarles a los suyos:”¡Pegadle cuatro tiros a este fascista! Y así lo hicieron. El teniente Casto quedó malherido y tendido también entre las dos líneas, sin posibilidad de evacuación…..
La cosa comenzó a ser desesperada: estábamos sin comida, la munición andaba escasa, y con el único apoyo de aquellas bombas de mano marca Castillo, que teníamos que encender con cerillas o chisquero, poco podíamos hacer frente a tanto batallón y tan bien armado”….Finalmente..el Gorbea se abandonó.
“Junto a la Cruz del Gorbea murieron Julián Uriarte, Mañari, de Castillo-Elejabeitia; Inchaurbe, de Ceánuri, y muchos otros amigos y compañeros. Sobre la ladera sur, tendidos en la nieve, quedaron el capitán Azcarretazabal, el teniente Casto y muchos otros requetés, cuyos cuerpos permanecieron durante mucho tiempo sin poderles dar tierra.
Unos 18 requetés,junto al alférez Navarro, comenzamos el descenso por el Igitie-una hondonada del Gorbea que toma nombre del vascuence por tener forma de hoz- para pasar después a los embalses”.
“Cuentan que los milicianos subieron varias veces a la Cruz del Gorbea para quitar la bandera nacional, y que solo lo lograron al tercer intento, porque los disparos de los requetés heridos se lo impedían. Luego algunos de ellos fueron rematados en el suelo”……..
“El 16 de junio los rojos evacuaron Gorbea”………..
El texto principal del post está tomado del libro “Requetés” de Pablo Larraz y Víctor Sierra-Sesúmaga. pp. 267-271
Hay textos de “Araba oi Araba! La lucha en Áraba por la libertad de Euskal Herria”, de Koldo Azkue y de “El frente de Álava” de Josu M. Aguirregabiria y Guillermo Tabernilla.
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