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Francisco Góngora

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El priorato de San Juan de Veleia

La aparición de restos arqueológicos en Iruña Veleia relacionados con el antiguo convento

de San Juan de Acre es una noticia excelente para un yacimiento que lo ha pasado muy mal

desde la aparición de grafitos que resultaron ser falsos. Hubo restos importantes de este

convento hasta el  siglo XIX que Becerro de Bengoa narra en su libro Descripciones de Álava.

“Las ruinas romanas, conservadas por largo tiempo, tuvieron entre las gentes de los pasados

siglos, la vulgar fama de haber sido “obras de moros” y así lo indica F. Juan de Vitoria en su Comethorologia, cuando al referirse a Iruña dice : Iruña fue pueblo cercado, habitado de

Moros, que tuvieron allí palacios, cuyas insignias aún duran, fue gran pueblo, fuerte y con

baño que tenía el Rey….en las cuevas hallaron los de la familia Iruña, gran tesoro escondido

con que se hicieron ricos”.

En medio de aquel antiquísimo poblado alzaron los caballeros de San Juan un priorato,

cuyo templo gótico de principios del siglo XIII fue el que alcanzamos a ver. Ni la casa prioral,

ni el hospital, ni las dependencias quedaban en pie. Poco a poco la desolación fue haciéndose completa. El ruinoso edificio que con tanto cariño examinamos se componía de una sola nave , de diez metros de longitud, por cuatro de anchura y estaba todo labrado de piedra sillar. El

ábside con sus esbeltas ventanas ojivales, sus delgados contrafuertes y su esculpida imposta

, dejaba entrar la luz y el agua del exterior sobre las amontonadas losas de su altar, por la

colosal hendidura de su bóveda, que con tejado y nervios se había hundido. En el interior

cuatro arcos que arrancaban de varios capiteles de ranúnculos, robles y hiedras taladas

, formaban el gótico techo, en cuyas redondas claves se destacaba la cruz de Malta. Estaba

rota y desquiciada la linda portadilla del mediodía, y por entre las rotas vigas de su derruido

portegal, trepaba una parra silvestre, para conseguir que sus amarillentos pámpanos jugaran

con el viento sobre el tejado. Singular espíritu de poesía y de contemplación llenaba el

ambiente de aquel solitario y ameno sitio, que en otro tiempo mandaba sus orgullosos

comendadores a grandes asambleas de los sanjuanistas; y no sin pena despues de rebuscar

algunos signos lapidarios entre los sillares, dejamos las ruinas, que con especial fuerza de

atención covidaban a nuestros poetas a pulsar la lira.

Hasta aquí la cita. Iruña Veleia seguirá dando muchas alegrías

 

 

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