Si se escucha a Iñaki Gurmendi, Paco Álvarez o José María Tuduri, miembros de la asociación cultural Urgull Histórico de San Sebastián, uno acaba de entender por qué los guipuzcoanos, tan antibelicistas en algunos temas, siguen teniendo en sus festejos los alardes de armas y uniformes, los desfiles y las marchas militares. Son la esencia de sus fiestas, el elemento diferenciador. Este fin de semana los mismos que cargan el cañón que abre la Semana Grande, uno de verdad de aquella época, han desfilado por las calles de Lakua-Arriaga con un gran éxito de público. Soldaditos franceses, ingleses y españoles de la época napoleónica han dado brillo a un mercado que lo mismo es medieval que barroco o romano. Los mismos productos pero el disfraz del vendedor cambia. El presidente de la asociación Angel Lamelas argumenta que con un fin de semana así muchos bares pueden salir del agujero para una temporada. Antes que los barrios se mueran de aburrimiento e inanición hay que moverlos. Miles y miles de vitorianos lo han secundado con un par de días con un clima para enmarcar.
Pero yo quería hablar de recreación, de soldados vestidos con los uniformes más brillantes de la historia militar, cuando apenas falta un año para que se cumpla el bicentenario de la batalla de Vitoria (21 de junio de 1813). Decía Paco Álvarez, vestido de alférez de navío, que aunque le cueste reconocerlo porque son de Donostia, Vitoria fue la batalla más importante que ocurrió en el País Vasco. Marcó el fin de la ocupación francesa y su repercusión en Europa fue de tal calibre que el mismísimo Beethoven le dedicó una partitura de 20 minutos. Hablamos de cultura, de historia, de turismo, de espectáculo callejero, de memoria. Y para empezar contamos con la banda sonora del mismísimo Beethoven que recaudó todo el dinero de los conciertos de esa música para los heridos de la guerra. ¿Habrá alguien tan estúpido como para negarse a que Beethoven suene un 21 de junio de 2013 en la plaza de la Virgen Blanca para conmemorar la batalla? Vitoria es la única batalla a la que el genial sordo le dedicó su música. El que quiera un anticipo ya lo tiene en Tolosa. El próximo 3 de junio, por segunda vez, costeado por sociedades privadas. Sonará Beethoven y los tolosarras recrearán su propia batalla napoleónica. El éxito de público está asegurado.