De repente, la plaza de la Virgen Blanca y las escalinatas de San Miguel se llenan de gente con plano, sombrero, bermudas, chanclas y sus máquinas fotográficas.Caminan lentamente, recreándose en detalles nimios, fijándose con admiración y sorpresa en todo lo que tu ya ha visto mil veces y no llama la atención de ningún vitoriano. […]