Tiene fama de ser el santo del calor coincidiendo con la fecha de su festividad, 10 de agosto. Y puedo dar fe de que el martes fue un día de perros, moscas y calor allí arriba, en Valderejo. Se celebraba una vez más la romería de los pueblos del entorno de Valderejo y fue un éxito de público y organización.
A las 12, mientras la gente acudía a misa ya se había formado la cola para el txoripintxo. Pero con qué ganas se come la gente el pedazo de pan y chorizo y se bebe el refresco. Ni esperaron a que terminara la misa. Hubo gente, los últimos en llegar, que se quedaron sin bocadillo. Luego, hubo música (la indestructible Banda de Salinas) y deporte rural. En Lalastra, los que se quedaron pudieron degustar una gran paella repartida por gente del departamento de Medio Ambiente. Allí e vió a Mikel Mintegi, el diputado, y a Claudio Rodríguez, fiel a su cita, que para eso es de Villanueva.
Lo que más me gusta es la recuperación con brío de una romería que se daba por perdida. Ha rescatado su sabor popular, de encuentro de todas las aleas de los alrededores, de dos provincias, Burgos y Álava, y ha ganado sabor montañero, pero no de los grandes senderistas o trotadores sino de familias con niños pequeños porque de lo que se trata es de llegar, no e ser el primero o el más rápido.
Esta fue la crónica que salió el 11 de agosto de 2008 en EL CORREO.pero pudo ser la del martes.
A San Lorenzo, mártir maño del siglo III, al que se le encomendó guardar el santo grial, lo asaron en una parrilla durante la época romana. Pedro Ortiz, de 81 años, vitoriano pero nacido en Lalastra, revivió una de sus costumbres de niño. Con una gorrilla en la cabeza, sin camisa y con un bastón subió los 2,6 kilómetros de ascensión entre su pueblo y la ermita dedicada al santo aragonés, construida a mil metros de altura en un punto donde se disfruta el paisaje como en ningún otro de Álava. A su edad, Pedro temía que Lorenzo, el otro, el sol, le pasara factura. Pero esta tierra está llena de hombres duros y allí arriba se comió su txoripintxo y asistió a la misa que presidió el pasionista padre Benedicto. Sólo las últimas rampas se le atragantaron un poco
Ni los más viejos del lugar recordaban una romería tan multitudianaria. De hecho, se repartieron 600 bocadillos preñados de chorizo y otros tantos refrescos y botellines de agua, hasta que se agotaron. Muchos se quedaron con las ganas. «El buen tiempo y que sea domingo ha animado a venir a muchos», señaló un feliz alcalde de Valdegovía, Juan Carlos Ramírez Escudero al que acompañaron algunos de sus concejales, el diputado de Presidencia, Claudio Rodríguez, y el de Medio Ambiente, Mikel Mintegi -en su salsa montañera-. amante de estas tradiciones.
Peregrinos de decenas de pueblos de los valles de Losa y Tobalina y San Zadornil, por Burgos, junto a los de Valdegovía y Cuartango se dieron cita en la cumbre. Alguno como Bernardo Martínez de la Pera, de Viloria acudía por vez primera y por su edad y el estado de sus piernas subió en todoterreno. San Lorenzo es una fiesta de hermandad entre burgaleses y alaveses que históricamente han compartido los pastos de estas mesetas situadas en los montes alto de Valderejo. La ascensión desde pueblos como Quintanilla Montecabezas cuesta el doble de tiempo que desde Lalastra, «pero vale la pena porque el camino alavés, aunque está cerrado, es único, entre pinares, hayedos y encinas», cuenta Juanjo Góngora, alcalde pedáneo de la localidad.
Precisamente, uno de los mayores atractivos de la fiesta es el itinerario hasta la ermita. Desde Lalastra se pasa por el pueblo abandonado de Villamardones después de atravesar un bosque de avellanos, un hayedo y un pinar.
Tras la misa, se dio paso al almuerzo y a la exhibición de deporte rural, mientras la banda de Salinas no dejaba de tocar temas populares que algunos bailaban. Tras la bajada de la ermita, la fiesta continuó en Lalastra donde se dirigieron casi todos los peregrinos a comer una fantástica paella, más música y juegos para niños.