Del Zadorra, el río que cierra Vitoria por el norte, que aporta el agua para su abastecimiento y que aún hace disfrutar a los que pescan o pasean por sus orillas, se sabe casi todo. Especialmente desde que el Ayuntamiento ha restaurado sus riberas y lo ha incluido en el formidable anillo verde de la ciudad. Los miles de arbustos y árboles plantados, las praderas, las áreas de descansos, los miradores han transformado decenas de hectáreas utilizadas como huertas o estercoleros en un sinuoso y largo paseo que cada día utilizan miles de personas.
Fuera de los caminos marcados y señalados que corren paralelos al río todavía hay sitio para la exploración personal, para el encuentro con un paisaje inesperado. Me ha ocurrido paseando entre Yurre y Abechuco. Aquí el río fue encauzado y se le mutiló uno de sus más bonitos meandros con el fin de construir el puente de la autopista. Uno de esos errores graves que se cometió en una época en la que los ríos eran lugares incómodos porque no iban rectos y había que enderezarlos con un buen encauzamiento de rocas o de hormigón. Eso se ha hecho mucho en Álava y aún no hemos rectificado.
Bien, ese meandro cortado existe y para el que se aventure es una sorpresa. Se trata de una zona encharcada que se puede seguir a través de los chopos. Hay cerezos, higos, ciruelos, restos de las antiguas huertas, pero la naturaleza ha colonizado todo otra vez. Es difícil caminar con hierbas de casi dos metros de altura, pero es agradable descubrir lo que no está en los planos del anillo verde y que el Ayuntamiento trata de recuperar sin mucha propaganda. Es una zona además llamada a realizar un gran papel en la lucha contra las inundaciones porque esto sí que es propiedad del río y por mucho que nos empeñemos nunca se lo podremos quitar.