Me tumbo sobre el césped de Olárizu, uno de los parques tradicionales de Vitoria, un día de calor al atardecer. Cierro los ojos y cuando los abro veo golondrinas, alondras y pajarillos varios a pocos metros de mi cabeza sobre un intenso cielo azul. No hay norte, ni sur, ni referencias visuales. Las avecillas pintan líneas imaginarias en el aire. De repente, un poco más arriba, se ve la figura de una cigüeña y de otra, seguidas de otro montón. Cuento más de cien en un momento. Entiendo enseguida su trazado en el aire. Vienen del vertedero de Gardélegui y van hacia Salburua. Ignacio, un vecino amante de la naturaleza ha contabilizado hasta 400 descansando y comiendo en el humedal. Un espectáculo que creemos lejano pero que estos días puede verse a apenas