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Una torre que se desmorona, Martioda

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La vieja torre solariega de los Hurtado de Mendoza, en Mártioda (Álava), se hunde. Se trata de un conjunto histórico monumental declarado en 1984, propiedad de la Diputación foral de Alava, que no ha tenido la fortuna de que un destino cultural le salve la vida, como otras. Hace unos días pude comprobar la dura realidad. Un edificio de medidas imponentes, ubicado en un promontorio con unas vistas maravillosas, con la cubierta destruida y algunos muros amenazados. La vegetación hace difícil incluso entrar por la puerta.

La de Mártioda es, por su ubicación e historia, una de las más importantes del territorio. Está situada en la villa del mismo nombre y perteneció a uno de los linajes más sobresalientes de la Edad Media, los Hurtados de Mendoza, señores de Mendívil, Estarrona y Los Huetos, La Ribera y Nanclares. El apellido Hurtado que ya tenía poder feudal en la zona en el siglo XII, procede de un hijo ‘Hurtado’ de la reina doña Urraca y Pedro González de Lara. Otros dicen que viene de haber sido criado a ocultas, ‘hurtado’, por un aya tras la muerte de un Mendoza. Otra versión habla del patronímico Fortún, Ortuño y Hurti en euskera.

Desde su posición estratégica privilegiada se controlaban los viejos caminos medievales de la ruta Zaragoza-Bilbao y lo senderos que van hcia el Valle de Zuia y el de Cuartango por Badaya y el barranco de Oca.

La torre estuvo exenta en su origen y posteriormente, a medida que se acababa su función defensiva, fue rodeada de edificios. Los mismos señores que construyeron la torre gótica levantaron el palacio que Micaela Portilla pudo describir todavía en los años sesenta.

Su planta es rectangular con una altura que pasa de 20 metros el grosor de los muros es de 1,30 metros. Está edificada en cuidada mampostería con esquinales de sillería. Todavía se pueden apreciar la barbacana y un foso con puente sobre él, saeteras, modillones y matacán. Aún queda el foso sobre el que en 1694 se conservaba el puente levadizo y las cadenas.

La torre siempre fue más alta que el campanario de la iglesia de Martioda propiedad de los propios Hurtado que desde el siglo XV prefirieron su casa de la calle Pintorería y aquí enviaban alcaides. Según Micaela Portilla, los Hurtado de Mendoza vivieron poco tiempo en la torre.

Pío Baroja estuvo en el lugar con motivo de su visita a Vitoria para preparar el libro ‘El cura de Monleón’. Fue a visitar las reliquia de la legión tebana, soldados romanos cristianizados procedentes de Egipcio que fueron sacrificados en la época de Maximino por negarse a matar a otros cristianos a principios del siglo III.

Ha habido proyectos para utilizar la torre y el palaio, pero no han fructificado. Lamentablemente, la estructura no espera y cualquier día se hablará de su hundimiento total.

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