Entramos en un nuevo año, en una nueva década, y cada día son más las incógnitas que se nos quieren plantear en torno al significado y valor de la vida humana.
La nueva ley del aborto o la mal denominada ‘ley de muerte digna y cuidados paliativos’ confunden descarada e ideológicamente al personal, convierten en un valor secundario lo que es un valor primordial y, sobre todo, no tienen en cuenta a las personas más indefensas de nuestra sociedad.
¿Es lógico que, en un mundo dónde se tiende a proteger bienes y derechos de todo tipo e importancia, el valor de la vida de un ser humano disminuya?