Para el buen funcionamiento de la democracia es determinante la separación de los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Esto es, al menos, lo que nos enseñaron en la facultad de Derecho.
¿Qué se cumpla? Eso ya es otra historia.
Básicamente:
– El legislativo es aquel que se encarga de legislar. Es decir, quien hace las leyes.
– El ejecutivo es aquel que lleva al “terreno” esas leyes. Es decir, el que gobierna.
– El judicial es aquel que vela por el cumplimiento de las leyes y, en todo caso, juzga los hechos en relación a las leyes dispuestas .
A la hora de conformarlos, los ciudadanos somos los que elegimos al legislativo, éste elige al ejecutivo y, estos dos últimos, al judicial. ¿Separación de poderes? Pues parece que no tanto… Cuestiones como la esperada resolución sobre la constitucionalidad del Estatut de Cataluña o la tan demorada designación del Presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, siguen demostrando que NO.
En este país, una misma cosa puede ser blanca o negra según que partido político tenga la mayoría en el Parlamento. En definitiva, todo aquello que nos contaron es una pequeña farsa…