Me transcomunican desde Magonia que alguien -en realidad una institución, el/la US Geological Survey Astrogeology Science- ha tenido la ocurrencia de bautizar las “planicies misteriosas de Titán”, la luna de Saturno, con los nombre de los planetas ficticios de la saga interminable de ‘Dune’, creada por Frank Herbert y sobreexplotada ahora por su descendencia en una serie de plúmbeas pero rentables continuaciones. De crío me enganchó ‘Dune’, la novela , y seguí la historia hasta la tercera entrega. Luego fui incapaz de continuar. Ya de adulto intenté releer el primer volumen y descubrí que me parecía un emplasto bastante indigesto, una space opera con pretensiones que salía adelante en la parte aventurera pero que rozaba el ridículo cuando intentaba contar algo presuntamente importante relacionado con el mesianismo, o así. Sin embargo, me sigue gustando muchísimo la película de David Lynch .
Así que se puede decir que ‘Dune’, como universo ficticio, me gusta en cierto modo. Pero esto de utilizar su nomenclátor planetario para bautizar objetos astronómicos reales no me parece serio, oigan. Y además, ¿esto se puede hacer así por así? ¿No hay que montar un congreso internacional o algo para consensuarlo? O sea, ¿en el Geological Survey ese hay una cuadrilla de nerds fans de Herbert que piensan que la comunidad científica se va correr de gusto al ver un mapa de Titán plagado de nombres como Giedi Prime, Corrino, Ix y Caladan? ¿y nadie les dice nada o se lo discute? ¿Y esto lo puede hacer cualquiera? ¿Los del IAC , por ejemplo, pueden coger una luna de Urano, digamos, y bautizar todos sus accidentes geográficos con nombres sacados de la Saga de los Aznar o de Battlestar Galactica TOS ?
Podéis dejar las respuestas a todas estas preguntas en los comentarios. Mientras tanto, yo me voy a ver por milésima vez ‘Dune’, de Alan Smithee, de David Lynch. Por cierto, se está rodando la nueva versión . Dirige Peter Berg, el de ‘Very Bad Things’ -vaya- y ‘Hancock’ -un horror, dicen, no la vi-.