Vale, yo tampoco lo conocía. LeBlanc es un fabricante suizo que hace coches que funcionan como relojes. Lo siento. No me he podido contener con el chiste malo. Pero lo de los relojes no va tan desencaminado. La idea de este pequeño taller es hacer vehículos, homologados para la carretera, que compitan en prestaciones con los monoplazas de la F1.

Este, con un precio de 728.000 USD, es un V8 con motor Koenigsegg que se lanza a 340 km/h ya que sólo pesa 820 kilogramos. Es tan bestial la máquina -para mi gusto, fea- que el fabricante no se preocupa ni de dar datos exactos de su rendimiento. “Tiene más ede 700 CV”, asegura. El par motor supera los 850 Nm.

Por Mónaco se ha visto alguno, pero la verdad no creo que nunca los encontremos en el País Vasco