Todavía estoy sorprendido. Es raro, lo sé, pero lo miro, lo miro, lo miro y…. No me gusta. Cómo puede no gustarme el Maybach Landaulet. No lo sé. Creo que es el conjunto. Es demasiado grande. ¿No os parece un poco Frankenstein?
La sensación que te queda al ver este magnífico automóvil de más de seis metros de largo es que han pegado la bañera de un velero a la parte delantera de una berlina de súper lujo. La propia idea que lo inspira obliga a que así sea. Delante va el chófer, todo tapìzado en negro y detrás los señores, en blanco, descapotable y con unos asientos que se convierten en butacones como los de la primera clase de los aviones. Bueno como dicen que son esas plazas, que yo nunca he visto una.
A la mecánica no hay nada que objetarle. Usa el mismo propulsor V12 de 612 CV que sus hermanos 57S y 62S. Esos sí que me gustan. Pero claro, con casi tres toneladas de coche, las prestaciones no son las que uno esperaría. Ya sé cual es el problema. A mí me gusta conducir los coches y este está pensado para que te lleven y olvidarte de la carretera. DVD, minibar, función de masaje lumbar en los respaldos… Más parece una habitación de hotel que un automóvil.
De todos modos no os dejéis contagiar por mi pesimismo. Acelera de 0-100 en 5,2 segundos y su par es, agarraros, de 1.000 Nm. El motor es obra de AMG y eso se nota. Por cierto, el coche en realidad sólo cuesta 900.000 euros (con impuestos 1.200.000). El año pasado, en España, se vendieron tres. No está mal teniendo en cuenta que Rolls no pudo más que colocar una unidad del Phamton. ¿Cuál os gusta más?