La primera reacción que he oído al enseñar esta foto ha sido: “A ese tío hay que crucificarlo”. No he tenido ocasión, ni ganas, de hablar con el dueño del coche, pero difícil defensa le veo a una herejía de este calibre. ¿Cómo se le puede hacer esto a un Rolls?
Mi primera reflexión ante tan triste imagen ha sido: “¿Por qué tiene la gente esa necesidad de tunear los coches?” Incluso se me había ocurrido realizar una encuesta sobre qué es lo que os parece el tuning. Hay que reconocer que algunas personalizaciones son bonitas, aunque personalmente no termino de pillarle el punto.
Luego otra idea me ha rondado la mente. Dos en un día; esto es un récord. La foto está tomada en la presentación del Essen Motor Show, que se celebra del 28 de noviembre al 6 de diciembre en esa misma ciudad alemana. En otras tomas, se llega a ver un Mercedes Alas de Gaviota, tras el brutalmente seccionado súper automóvil inglés. Sin embargo, el fotógrafo no ha tenido la necesidad de hacerle ni un solo retrato al deportivo. ¿Cómo es posible que no le llamara la atención? Así que he elaborado esta teoría. En algo hay que pasar el rato.
Nuestra capacidad de sorpresa está tan saturada que la única manera de que un coche sea protagonista es destrozándolo. Mirad sino el Veyron que el otro día se suicidó en Texas. Diréis que la culpa es del conductor, pero un coche de 1.000 CV y un millón de euros tiene que tener vida propia. De hecho, debería negarse a que un ceporro así lo maneje. ¿No será un montaje, como el del niño del globo y otros tantos que están tan de moda para salir en la tele en los USA?
En fin, que me parece muy bien que el dueño de este Rolls quisiera ponerlo un motor de 1.300 CV. A lo mejor nos cuenta una historia a lo Dominic Toretto y que si era el coche de su padre… Al menos las tomas de aire por fuera del capó del Dodge Charger R/T quedaban bien. De todos modos el Silver Shadow debería tomar sus propias decisiones y abandonar a el loco que le ha hecho esto. Mucho aprecio no le tiene, lo vende por 700.000 dólares.