Había pensado titular este post, ‘El coche que mató a Fernando Martín’. Sin duda, habría llamado más la atención, pero sensacionalismos a parte… La verdad es que sería mentir. Los coches no matan a nadie. A no ser que fallen los frenos o la dirección, se incendien espontáneamente o exploten, claro. Ya es hora de que reconozcamos que los responsables de los accidentes son, somos, los conductores.
Dicho lo cual, vayamos a lo que nos interesa. El Lancia Thema 8.32 de motor Ferrari con el que voló sobre la M30 el pívot madridista. Los que ya no recordamos el accidente no dejamos de sorprendernos de que el deportista decidiera entrar a unos 180km/h en una de las incorporaciones a la circunvalación de la capital. Se especula con que involuntariamente el pie se le quedara enganchado en el acelerador. Según las crónicas de la época, el vehículo (no sé si catalogarlo de deportivo, ya que era un berlina atiborrada de caballos) se inclinó tanto en una curva que terminó sobre dos ruedas para posteriormente despegar, atravesar cinco carriles y aterrizar sobre un Opel Kadett que pasaba por allí. En él viajaba Ricardo Delgado Cascales. Salvó la vida de milagro, algunas referencias incluso le dan por muerto, aunque quedó parapléjico. Unos cuatro meses antes de aquel 3 de diciembre de 1989 había sido padre por primera vez.
Por fuera, el Thema 8.32 se parecía mucho a sus hermanos de gama. El alerón trasero lo delataba, aunque para eso había que accionar el interruptor del salpicadero que ponía en marcha el motor eléctrico que despegaba el spoiler de la carrocería. Hoy nos parece normal, muchos deportivos lo hacen automáticamente al pasar de 100km/h, pero hace 20 años… Por dentro, en cambio, el Thema era otro tema (perdón, no he podido resistirme al chiste malo). Los asientos, de cuero transpirable, eléctricos y calefactados, estaban cosidos a mano y tanto el salpicadero como las puertas incluían detalles en maderas nobles. Un lujo poco habitual en los turismos de entonces. Qué decir del climatizador bi-zona. Hoy todavía lo vemos como un extra.
Detalles como estos ayudan a entender porque el primer español en alcanzar la NBA conducía un automóvil tan poco aparente para lo que ahora nos tienen habituados los deportistas. De todos modos, por más que no lo pareciera, el 8.32 sí era un coche de lujo. Bajo su capó escondía una mecánica Ferrari 308 qvcon injección KE3 Jetronic.Dicho así no impresiona, pero es el motor del Ferrari 308. En total se comercializaron unas 3.500 unidades, en todo el mundo, en los cinco años (hasta el 91) que estuvo a la venta. El bloque V8 de 32 válvulas (de ahí el nombre) desarrollado en Maranello entregaba 215 indomables caballos. El Lancia sólo pesaba 1.400 kg. Salvo por la tracción delantera, el Lancia Thema se comportaba como un Ferrari, aceleraba como un Ferrari y rugía como un Ferrari