Tres chavalotas lavan coches en el parking de un hotel de la capital. Lo hacen semivestidas, claro. ¿Por qué? Por dinero, por llamar la atención, porque a un cerdo no se le ha ocurrido una forma más casposa de publicitar una película.
Es curiosa esta mierda, por cierto, cada día más habitual. Los cerebros secos siguen convencidos que el calor, un generoso escote y unas pompas de jabón van a engrasar sus cuentas corrientes. La jugada no deja de tener su picardía. Es barata, en el sentido amplio de la palabra, y además provoca reacciones. Como esta, sí. Publicidad gratuita.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Pasamos de lo insultante que resulta la hazaña estos creativos de tan limitada generación? Se admiten consejos. Sólo una cosa me ha quedado clara. No sé cómo se titula la película, pero me ha quedado claro que no quiero ir a verla.
Caspa, caspa… Deberíamos recuperar a Esteso.