Generalmente una película tiene uno o dos coches de los que merezca la pena hacer mención, aunque cuando los ‘bugas’ son los verdaderos protagonistas de la cinta, la cosa cambia. Hoy se estrena ‘Fast & Furious’ , cuarta entrega de ‘A todo gas’. Como ya sabéis de qué va, no hace falta hablar de ella; sólo recordar que vuelve Vin Diesel. “El puto amo, que la parte tumbando aguja y todo ciclao”, según dicen.

Para los amantes del séptimo arte, el filme no vale mucho, pero para los que nos gusta el arte de las cuarto ruedas, es diferente. Uno puede comprar tres docenas de revistas de motor y mirar las fotos como un obseso o pasar hora y media en el cine oyendo rugir a esas maravillosas máquinas americanas en las manos de Toretto. (Os oigo pensar y no quiero bromitas, ni comparaciones con el cine X. Cochinos).

En la película hay dos tipos de coches, los musculosos y los deseño, es decir, clásicos estadounidenses de los años 70 y superdeportitos japoneses recién salidos a la calle. Por elegir dos: el Chevrolet SS Chevelle de 1970 (uno de los que pilota Diesel; qué ironía) y el Nissan Skyline GTR de 2007 (que conduce el rubiales Paul Walter). También podemos ver el Dodge Charger que destrozan en la primera parte de la saga, pero se parece demasiado al de ‘Bullitt’, del que hablábamos la semana pasada; o un Ford Grand Torino del 72 como el de Clint Eastwood en la película del mismo nombre y del que sabremos más el viernes que viene. También sale un F Bomb Camaro del 73 y un Subaru WRX STi nuevecito… son tantos y tan bonitos.

Veamos el Chevy Chevelle. Se trata de un V8 de 6.6 litros de cilindrada que podía rendir hasta 375 caballos. Son tantos los cambios que General Motors realizaba cada año que es difícil concretar cual es la versión exacta que se ha utilizado en la película. Para hacernos una idea, este bloque pertenece a la segunda generación de los denominados ‘big blocks’ salidos de la factoría de Detroit a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Por el contrario el Nissan Skyline es un mito del tuning. En España no se encuentra en los concesionarios de la marca y hay que recurrir a algún importador. Aunque a la mayoría les sonará a chino, este coche japonés cuenta ya con diez generaciones diferentes. Es más ligero que el Chevelle y llama la atención su espectacular spoiler trasero, una de las pocas piezas que no suelen desaparecer por más modificaciones que se realicen. Su motor es un V6 de 2.6 litros que rinde 276 CV. Los tiempos cambian, aunque Nissan sigue fabricando modelos bastante más potentes y se conoce de algunos Skyline tuneados que montan bloques V12.

Todas las fotos son de la película