Con permiso de Fernando León de Aranoa, me gustaría empezar las semanas hablando de los que pueden disfrutar del aire libre todos los lunes que les apetezca. El cuerpo me pide contar algo sobre Rick Wagoner, desde hoy cesante como presidente de General Motors, en cambio hombre libre y quien sabe si próximamente pájaro cantor. (Gracias Max, y mil perdones don Ramón María por tomar prestada su estrella).
Pero como habréis observado en el título, mi interés no es narrar la vida de los parados como hizo el director y guionista madrileño. Lo que quiero es hablar del sol y la brisa en la cara; de la sensación de libertad, del frío y del ruido que se soporta al conducir un descapotable. En nuestras carreteras no es común ver un cabrio y menos aún que haya quitado la capota. “Por el frío y la lluvia”, hemos dicho siempre; claro que los países europeos en los históricamente que más descapotables se venden son Inglaterra y Suecia. Habrá que investigarlo, pero otro día que hoy es lunes.
De los muchos cabriolé en el mercado, el Volkswagen Eos es uno de los que más me gusta. No tengo muy claras las razones, supongo que la principal es que se puede conseguir uno bastante bien equipado por menos de 30.000 euros. Los que realmente nos gustan a todos suelen costar más de 100.000 ¿verdad? Pero mejor pensado, no puede ser. El Astra Twintop y los Focus y Megane coupé-cabriolet son más baratos. Una prueba más de lo irracional que resulta la decisión de compra de un coche.
Entre los cinco motores disponibles en 2009, cuatro gasolina y un diésel, me decanto por este último. La mayoría dirá que el TSI 1.4 es más recomendable, pero prefiero ahorrar el máximo combustible posible. Los 140 CV del TDI no alcanzarán nunca la aceleración del los 160 del gasolina (8,8 segundos de