Señor Lehendakari, Señor Consejero de Salud:
¿Qué tal están? Espero que bien, no porque tradicionalmente, en la escuela que compartimos ustedes y yo, nos enseñaron a escribir las cartas con este arranque, sino porque sinceramente lo creo así. Confío en que estén bien y que gocen de muy buena salud durante muchos años.
Acabo de leer en las páginas de elcorreo.com, la web de mi periódico y el de ustedes -que mi casa es la suya- que se plantean crear un registro de personal sanitario y de pacientes que hablan euskera y usted, señor Urkullu, se pregunta que “¿qué hay de malo, de excluyente, en preguntar a los ciudadanos en qué idioma quieren ser atendidos?”. Evito hacer una lectura política de lo que leo y les pido, por favor, que se olviden por un momento de su posición política y piensen en clave de responsabilidad social.
Cuando voy al médico, ¿saben?, me gusta que me atiendan como una persona o si lo prefieren como un paciente, que es una persona con un problema de salud o que, al menos, con algo que cree que puede serlo. Me gusta que me miren a la cara, que me toquen y me examinen si lo consideran oportuno; y sentir que el médico o la enfermera que me examina se interesa por mí y por mi enfermedad. En muchas ocasiones me ha pasado, sin embargo, que me he encontrado al otro lado de la mesa a un profesional agobiadísimo con el rellenado de los muchos formularios que han de completar mientras atienden al paciente. Que va escribiendo no sé bien qué sin mirarte a la cara, mientras tú le vas contando tus cuitas, lo que te duele y todo lo demás. Él, o ella, de cuando en cuando levanta la cabeza de la pantalla, te mira, dice ‘sí’ de la mejor manera que puede y continúa escribiendo lo que le toca, que tiene el tiempo justo para atenderte y dar paso al siguiente enfermo que aguarda en la sala de espera.
A mí, miren, me gusta hablar con las personas. No sé euskera con la profundidad que me gustaría, pero me he preocupado de que mis hijos se defienden por igual en ambos idiomas. Como vivimos en una comunidad bilingüe, quiero que conozcan por igual las dos lenguas que forman parte de nuestra cultura. Me refiero a la de ustedes y la de mi familia, que entiendo que es la misma. Me siento, y así se lo digo tan Apezteguia como Hernández y siento el mismo orgullo por ambos apellidos, dos palabras que resumen para mí la cultura y la educación en valores que me regalaron mis padres.
Si quieren que les diga la verdad, no me gustaría que toda mi familia menos yo formaran parte de un registro de las personas que hablan euskera. Por mucho que lo pienso, no le veo sentido. Estoy convencido de que el fomento de la lengua vasca -también mi lengua, aunque no sepa expresarme con ella igual que con el castellano- está necesitada de acciones y actividades mucho más necesarias que un censo de pacientes vascoparlantes, que puede suscitar malentendidos. La pregunta que usted se hace, Sr. lehendakari, lo pone de manifiesto; y el sistema de salud, como la administración en general, está para aportar soluciones, no para generar problemas. Me parece a mí, es sólo mi opinión.
Lo importante, en todo caso, y por esto que les escribo, es que en mi casa no nos hace falta formar parte de ningún registro para hablar en una lengua. Lo hacemos en una o en otra -yo hasta donde llego- sin necesidad de haber abierto un registro de quién se desenvuelve con fluidez en euskera y quién no. Y me pasa lo mismo con mi comunidad de vecinos, mi barrio, mi municipio, incluso con el resto del territorio donde resido, que es Bizkaia. Hablamos y ya está. Lo importante es comunicarse.
Como alternativa a su propuesta, se me ocurre que cuando vaya a una consulta, el especialista elija para tratarme el idioma que desee y luego yo, como paciente, escoja en que lengua quiero ser examinado, diagnosticado y tratado. Pero sin registros, por favor. Con normalidad.
Sí quiero, en cambio, que se me pregunte por las cosas que puedan mejorar mi bienestar. ¿Qué tal está usted? ¿Cómo se ha levantado? ¿Cómo lleva aquello que me comentó? ¿Qué le parece si hacemos un análisis de sangre para ver cómo tienen los niveles? ¿Ya hace algo por bajar el nivel de colesterol? ¿Sigue sin fumar? Como ha sido hasta hoy.
Y todo esta información la pueden registrar ustedes como mejor consideren oportuno, siempre que los datos que yo les brinde quede bien custodiados. Lo cierto es que siempre he sentido que así ha sido, un secreto entre Osakidetza y yo.
Sr Lehendari, sr consejero, gracias por cuidar por mi salud y gracias también por trabajar por el mantenimiento del euskera. Estoy seguro de que el plan en el que están trabajando ustedes tiene propuestas mucho más interesantes que la que hemos conocido hoy.
Atentamente
Fermín Apezteguia Hernández