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Fermín Apezteguia

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Lo que cuesta morir con dignidad

Aumentan los suicidios en España y crece el número de personas que piden la eutanasia. Muchos expertos atribuyen esta querencia por la muerte a la crisis, al influjo tanto de la recesión económica como de la brutal pérdida de valores que ha traído el derrumbe de las finanzas, tanto de las grandes cuentas como de las de andar por casa. El fenómeno no es exclusivo de nuestro país y explica también, según los médicos especialistas en Cuidados Paliativos, por qué en Bélgica un hombre sano de 44 años pidió hace unos días a sus médicos que acabaran con su existencia. Adiós al dolor.

Nathan Verhelst «no estaba contento con los resultados de su cambio de sexo» y decidió poner fin a su vida con ayuda de la medicina, que la Sanidad de su país ofrece el servicio. «Para los médicos, es un imperativo ético ayudar a nuestros enfermos a que mueran bien, pero este hombre, ¿verdaderamente deseaba la muerte? ¿Cuál es la demanda auténtica de un agonizante que pide la eutanasia? ¿Que acabemos con su vida o que acabemos con ese dolor insoportable que padece?», se pregunta el jefe del área de Cuidados Paliativos del hospital San Juan de Dios de Santurtzi, Jacinto Batiz.

Más de 1.800 profesionales de los Cuidados Paliativos, especialidad a la que la Organización Mundial de la Salud dedicó la jornada del sábado, la del 12 de octubre, forman parte de la SECPAL, la organización que reúne en España a los médicos, enfermeras y trabajadores sociales, entre otros, que cuidan de los moribundos. Su misión consiste en ayudar a morir con dignidad a los miles de personas que cada año afrontan en España el final de sus días. Cuando la ciencia se ve ya incapaz de aportar a la vida la calidad necesaria para llamarse así, les aportan los cuidados clínicos, humanos y espirituales que les ayudan a afrontar el final sin dolor, ni físico ni espiritual. «La eutanasia es una forma de producir o acelerar la muerte. La atención médica al final de la vida intenta evitar su prolongación innecesaria, pero también un acortamiento deliberado», detalla el especialista vizcaíno.

El fracaso de los médicos

La Secpal lleva ya varios años pidiendo sin éxito al Gobierno central que ponga orden en los servicios públicos de los cuidados paliativos. No es que estén desordenados, sino que son escasos para atender la demanda existente. La necesidad de morir en paz no es sólo exclusiva de las unidades oncológicas. La demanda se extiende a niños con enfermedades congénitas, adolescentes a los que les fallan órganos vitales sin posibilidad de que vuelvan a responder, adultos con enfermedades incurables y mayores con multiples patologías que pueden sufrir una última crisis en cualquier momento y tienen que acabar pasando sus últimos días en la cama de un hospital. ¿Pedirían todos ellos una inyección letal si los servicios de salud dispusieran de los medios técnicos y humanos necesarios como para entender la muerte como el lógico final de la vida?

«¿Qué le ocurre al enfermo para que desee la muerte?», se pregunta Jacinto Batiz. «Los médicos -se responde- nos sentimos fracasados cuando no podemos curar. Pero deberíamos ser conscientes de que el verdadero fracaso es tener que admitir la eutanasia como solución alternativa al alivio de síntomas y a la comunicación».

El último gran intento de los profesionales sanitarios por regular los cuidados paliativos se produjo en 2011, cuando la Secpal entregó al Gobierno socialista un documento que recogía los aspectos que debía cubrir la ley. El último Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero se había comprometido a legislar definitivamente la cuestión. Pero ni la promesa se cumplió ni el nuevo equipo de Mariano Rajoy se ha interesado por el asunto. El abandono del proyecto ha generado tal malestar entre la profesión médica que este mismo verano la Secpal y la Organización Médica Colegial consesuaron un documento para expresar su «decepción» ante la actual situación.

Al más alto nivel

Los profesionales de los Cuidados Paliativos se han propuesto comenzar una nueva ronda de contactos al más alto nivel con el fin de dar al proyecto el empujón que necesita. Según dicen, es necesario que se establezcan, por ley, protocolos para el acceso urgente a los servicios en los casos más graves, que se regulen las bajas laborales para los familiares, que se cuide mejor el final de la vida de los niños y que se garantice la formación de los profesionales, entre otras medidas. Morirse bien tiene que resultar más fácil.

«La acción directa e intencionada, encaminada a provocar la muerte de una persona con una enfermedad avanzada o terminal, aunque sea una petición expresa y reiterada, no es ni deberá ser un acto médico», razona el responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos de San Juan de Dios. «Sin embargo –añade– sí son actos médicos que debemos realizar para que el enfermo muera bien otros como interrumpir o no iniciar medidas terapéuticas inútiles, así como emplear tratamientos que alivien el sufrimiento, que suelen tener tanto efectos beneficiosos como perjudiciales, aunque estos últimos nunca los buscaremos de manera intencionada».

En medio de la ola a favor de la eutanasia, Jacinto Bátiz plantea una pregunta para la reflexión. «¿Alguien como el médico, cuidador de la salud de las personas, puede ser capaz de producir al mismo tiempo su muerte intencionada?»

 

Nota: De la sección ‘Saludable’, de elcorreo.com, publicado el domingo 13 de octubre de 2013

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