Los Pirineos, el mar y la frontera con Portugal marcan los límites de nuestra cobertura sanitaria. Una vez traspasados esos tres lindes, la tarjeta de Osakidetza que llevamos en el bolsillo pierde toda validez. Si este verano, está pensando en salir de vacaciones al extranjero, tenga en cuenta que fuera de España, el sistema de salud no le garantizará las mismas prestaciones que recibe en Euskadi. En muchos casos, incluso en Europa, es más que posible que la atención médica le obligue a efectuar algún desembolso.
Ese gasto solo le será reintegrado en muy puntuales ocasiones y, seguramente, mediante la intervención de un juez. “Los servicios sanitarios disponen de convenios internacionales que garantizan una cobertura mínima, pero ni están vigentes en todos los países ni cubren un servicio como el que se recibe en casa”, detalla la responsable de Aseguramiento de la delegación de Gipuzkoa del Departamento vasco de Salud, Rosa Hernández Iruretagoyena.
Para viajar por la Europa comunitaria con unas mínimas garantías de salud, es necesario disponer de un documento que se llama Tarjeta Sanitaria Europea, que se solicita en los centros de atención e información de la Seguridad Social (CAISS). Ese carné da derecho a los ciudadanos de la Unión a recibir asistencia médica en los 27 países comunitarios, en los tres del denominado Espacio Económico Europeo, que son Islandia, Noruega y Liechtenstein, y también en Suiza; aunque, eso sí, con limitaciones. Con este título, el viajero obtiene los mismos derechos que disfrutan las personas aseguradas en el país de destino. Es decir, que si se viaja a París y uno se pone malo, quizás tenga que pagar una parte de los servicios recibidos, como hacen los franceses, donde existe el ‘copago’ sanitario. “Es muy importante, antes de partir, informarse de qué eventualidades pueden acabar generándonos un desembolso”, destaca la especialista.
Lo ideal, para evitar contratiempos, es según explica Rosa Hernández Iruretagoyena, contratar un seguro de viaje, que apenas encarecen el coste final del paquete turístico y, en caso de necesidad, puede evitar un problema y un gasto extra. La situación se complica mucho más cuando uno viaja a un país no comunitario y de repente se pone malo y han de atenderle en un servicio de Urgencias. Es muy probable que esa intervención tenga un coste, seguramente elevado, que –no lo dude– tendrá que sufragar de su propio bolsillo y por adelantado. Si tiene algún recelo de la fiabilidad de los servicios sanitarios de determinados países, siempre podrá optar por acudir a la clínica de un firma occidental, aunque el desembolso en ese caso será mucho mayor.
Derecho de reclamación
A la vuelta, le asistirá como ciudadano el derecho de reclamar al servicio vasco de salud el reintegro de ese dinero, pero la posibilidad de reclamación tampoco le garantiza su cobro ni mucho menos una indemnización. Dependerá de si la intervención practicada tiene la consideración de ‘urgencia vital’, que es un nombre con el que está todo dicho. Un infarto puede ser cuestión de vida o muerte, pero la rotura de una pierna probablemente no. Es más que probable que al final sea un juez quien lo decida; y que lo que tendrá en cuenta será no sólo si la vida del paciente corría peligro, sino también otras cuestiones como si el demandante podía haber regresado al País Vasco y ser atendido por Osakidetza.
La página web de la Unión Europea contiene un ejemplo de lo que es y no es una ‘urgencia vital’. Una mujer embarazada hace turismo por Europa y, de pronto, se pone de parto. Eso es una ‘urgencia vital’. Si esa misma mujer es una ciudadana vasca que ha decidido pasar el día en Biarritz y se pone de parto, no vale. Probablemente, tendrá que pagar el coste de la asistencia recibida. España tiene además un convenio bilateral firmado con Andorra, Brasil y Chile, donde se garantiza a los viajeros asistencia urgente. Para recibirla, en caso de necesidad, hay que presentar un documento específico, válido exclusivamente en estos tres países, que se expide también en los centros autorizados de la Seguridad Social.
Tampoco olvide llevarse la tarjeta de Osakidetza si su destino es territorio nacional, más allá de la muga con Euskadi. Le evitará más de un quebradero de cabeza. En muchas autonomías, si no en todas, le exigirán la presentación de la tarjeta individual sanitaria o el pago de los servicios prestados. No importa que usted tenga la consideración de ciudadano español, lo que cuenta es que pueda presentar la tarjeta que le da derecho a la atención médica. Si no lo hace, el hospital o centro sanitario que corresponda tiene derecho a facturarle el gasto y usted a reclamarlo con posterioridad al Servicio Vasco de Salud, previa presentación de la pertinente factura. Osakidetza se la pagará, con total seguridad, pero nadie le compensará por el tiempo y las tribulaciones necesarias para recuperar ese dinero.
Merece la pena, en definitiva, dedicar un poco de tiempo para informarse sobre las condiciones de la atención sanitaria en el lugar al que tengamos previsto viajar. Si desea más información sobre el asunto puede hallarla en la web de la Unión Europea y en la de los centros de atención e información de la Seguridad Social.
P.D. Publicado originalmente en ‘Tiempo de Ocio’. elcorreo.com