La meningitis es una de esas enfermedades muy peligrosas, a la que no suele tenérsele el respeto debido. A menudo tiende a pensarse que, como existe una vacuna para prevenirla, no hay problema. Un pinchacito al niño y listo. La realidad es bien distinta. Lo cierto es que las vacunas nunca son efectivas al cien por cien, ni ésta ni ninguna, y que la de la meningitis, que es la que nos ocupa, tampoco cubre todas las formas de la enfermedad que pueden infectar y provocar serios problemas a una persona. Como recuerda el pediatra Federico Martinón Torres, del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela, hasta la fecha, “hemos logrado vencer a dos grandes subgrupos del meningococo, que son el A y C, para los que disponemos de vacunas muy seguras y eficaces”, pero no tenemos nada para hacer frente a la forma B de la enfermedad, “que representa más del 90% de los casos de meningitis que se producen actualmente en nuestro país”. Es decir, que cuando vacunamos a nuestros hijos contra la enfermedad, tenemos que ser conscientes de que le estamos protegiendo sólo frente al 7% de los casos, como mucho el 10%.
Esta es la semana mundial de la vacunación, que coincide con la celebración el martes del Día Mundial de la Meningitis, el 24 de abril. Cada día es el día de algo y lo cierto es que a los periodistas de la salud, esto es algo que en ocasiones nos complica mucho el trabajo, pero en el caso de esta patología creo que es necesario que se recuerden algunas claves porque, como digo, muchos padres creen equivocadamente que con vacunar a su hijo han resuelto el problema. Lo han hecho, sí, pero sólo en parte.
El virus de la meningitis, el meningococo, se alberga en la parte de la faringe situada a la altura de la nariz; y su transmisión se realiza de persona a persona, vía aérea. Una gotita de saliva, inapreciable para la vista, sirve para contagiarla. El bicho que las transmite afecta a las membranas que recubren el cerebro y a la médula espinal, lo que obliga a una rápida intervención del personal sanitario para la atención del paciente y de los equipos de Epidemiología para contener el avance del foco infeccioso. Hay dos tipos de meningitis. Las de tipo vírico suelen ser benignas y no dejan secuelas. El problema de verdad lo generan las bacterianas, que provocan lesiones permanentes, desde sordera y parálisis hasta la muerte.
Niños de corta edad y adolescentes suelen ser sus principales víctimas. Uno de cada diez niños menores de doce meses fallece después de contraerla, aunque los servicios sanitarios hagan lo imposible y les apliquen los cuidados oportunos en el momento adecuado. El mundo contabiliza cada año unas 500.000 infecciones de este tipo, que suponen la pérdida de unas 50.000 vidas. Aunque los números pueden llamar mucho la atención, en nuestro medio, la enfermedad está mucho más contenida y cada vez tiene menor incidencia. Los especialistas calculan que en España registra, como mínimo, 0,6 casos por cada 100.000 habitantes al año, lo que nos daría un total aproximado de 240 infecciones. No se confie. Aunque parezcan poco no lo son, tanto por la cantidad de recursos que obligan a disponer para atajar el foco infeccioso como, sobre todo, por sus graves consecuencias.
Sólo hay una forma de entender el alcance de una enfermedad, que es poniéndole cara. Con motivo del día de la meningitis los laboratorios Novartis han financiado la edición de un vídeo en el que dos familias cuentan su experiencia con la infección. Se titula ‘Alas de Mariposa’ y merece la pena verlo. Puede hacerlo pinchando aquí.