Ésta en mi ciudad, Bilbao, ha sido la semana del crimen de Santutxu. Un tipo de 31 años, armado con un cuchillo de 17 centímetros convirtió el lunes en una carnicería el entorno de la salida del metro de Zabalbide. Resultado: un muerto y seis heridos. Durante todos estos días, el debate, no ya en los medios de comunicación, sino en la calle, ha girado en torno a si el sospechoso era un enfermo mental. ¿Quién en su sano juicio puede liarse a cuchilladas sin sufrir algún trastorno?
Yo se lo diré, si no lo sabe: un montón de gente. Muchísimos más de los que creemos. La calle está llena de personas simplemente malas –estoy seguro que todos conocemos más de una y de dos– que en un momento de ira o de lo que sea, en un brote de su propia maldad, cogen el primer arma que tienen a mano y simplemente la utilizan. Las cárceles están repletas de criminales, a pesar de que nuestra indulgente mentalidad tienda a que el primer pensamiento que nos venga a la cabeza ante un hecho así sea: «¡Cómo ha sido posible! Tiene que estar loco».
El mismo lunes, cuando se produjo el crimen, llamé a una experta y reconocida psiquiatra para que me diera su opinión, la jefa de Programas Especiales de Psiquiatría del hospital de Álava, en Vitoria. La profesora Ana González Pinto, sin conocer todos los datos que después de esta primera semana se han sabido, se planteaba una pregunta, que tiene más de respuesta. «¿Son enfermos mentales los violadores, asesinos, terroristas y condenados por violencia doméstica que cumplen condena en la cárcel?».
Al hilo de esta cuestión, hablé con ella de otro asunto que me intriga desde hace tiempo. ¿Qué nos está pasando? Parece que eso de los asesinos en serie era más típico de la sociedad americana que de la nuestra, pero últimamente da la impresión de que no. Un día, un individuo irrumpe en una iglesia en Madrid, se lía a tiros y antes de quitarse la vida mata a una mujer embarazada. Otro día esto… «Es posible que crímenes como el de Santutxu se hayan incrementado un poco, porque nuestra sociedad, sin ser moralista, sufre hoy un poco más de violencia que hace unos años. Antes, estas noticias sólo se publicaban en ‘El Caso’ y hoy, en parte por fortuna, tienen mucho más eco», dice González-Pinto.
Eso debe ser. En cualquier caso, como resumen, me gustaría dejar claras tres ideas, además de felicitar a la sección de Ciudadanos de mi periódico, y en particular a mi compañera Ainhoa de las Heras, por el trabajo que están haciendo. Una, que no todos los criminales son enfermos mentales. De hecho, hay menos índice de criminalidad entre los pacientes psiquiátricos que entre las personas sanas. La segunda, que no hay que engañarse, que moralinas aparte, hay mucho malo entre nosotros y eso es algo constatable. Y, por último, algo no menos importante. El asesino de Santutxu era un joven iraní. Por favor, absténganse de comentar este post los que quieran aprovecharlo para verter su xenofobia. Las cárceles están pobladas de vascos, españoles y europeos en su sano juicio, que cumplen condena por haber matado a sus esposas y a sus vecinos.