Una familia está rota en Beasain. A los Garciandia-Juantorena les ha ocurrido lo peor que podía sucederles. Ha muerto un bebé de dos años atropellado accidentalmente por su padre. No hace falta ser un especialista en salud para saber que sólo hay un dolor más profundo que el causado por la pérdida de un hijo y es sentirse responsable de ella. Los padres de Aimar está claro que no lo son, ha sido un accidente y cualquiera que se atreva a insinuar lo contrario es, como mínimo, un desalmado. Y escribo estas líneas porque el fin de semana he leído demasiadas porquerías en Internet, poniendo en tela de juicio la sensatez y competencia de los padres.
Seamos serios. Reconozco que en ocasiones, vaya por delante, a nosotros, los periodistas, también se nos va la pinza; pero créanme, no disfrutamos con este tipo de informaciones. Olvídense de los tópicos. Sí, somos periodistas, pero más allá de toda leyenda, también somos otro montón de cosas más. Como, por ejemplo, padres. Los míos tienen 6 y 4 años; y ya no me imagino la vida sin ellos.
Por eso, se me revuelven las tripas viendo como internautas sin corazón, amparados en el más vergonzoso y cobarde anonimato, se atreven a comentar una tragedia así haciendo leña del árbol caído. Es cierto que la mayoría de los mensajes que he leído en Internet sobre este suceso han sido para expresar apoyo, solidaridad y cercanía a la familia de Aimar. Pero también he visto otros muy críticos con los más débiles de esta historia, que son los padres que han perdido a su hijo, insisto, accidentalmente.
La mayor crisis a la que puede enfrentarse una familia es la pérdida de un hijo. Su desaparición deja un hueco que nunca podrá llenarse, un vacío tan grande que el 60% de las parejas que se enfrentan a un reto de vida así acaban separándose. En Vizcaya, existe una agrupación, Krisalida, que está haciendo un trabajo terapéutico fantástico. Nació en 1999 de un grupo de mujeres –cada vez también hay más hombres–, que descubrió el alivio que la palabra suponía frente a su dolor. No sé si en Guipúzcoa existe algo parecido, pero sí que Krisalida se ha convertido en una referencia para todo el Norte de España en el tratamiento del duelo por la muerte de un hijo.
Les deseo lo mejor a los padres de Aimar. Confío en que algún día su recuerdo sea capaz de provocarles una sonrisa.