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Pakea Bizkaia

Pakea Bizkaia

Lectura a bordo

Os escribo ya cuando nos encontramos a menos de 200 millas de nuestro primer puerto de destino, Las Palmas de Gran Canaria. La vida a bordo transcurre tranquila, el dios Eolo no está muy por la labor de enviarnos buenos vientos en estos últimos días, a pesar de estar en unas latitudes en las que ya deberían soplar los conocidos vientos Alisios.

La tripulación aprovecha para seguir aprendiendo y preguntando todo lo referente a navegación. La verdad es que es increíble como  la ilusión y el compromiso nos pueden dar la capacidad de asimilar y aprender conceptos en poco tiempo de una forma sencilla y divertida. Por ahora,  los inmejorables cursos de cabuyería, impartidos por el licenciado Gonzalo, hacen las delicias de Asier, Danel y Toni, sobre todo.

También, según van trascurriendo los días, los “motes” tan típicos de los marineros empiezan a surgir. Los primeros son los de Asier y Danel. Sus sonrisas y charlas conjuntas nos recuerdan a dos personajes de trapo de la tele con antenas: “trankas” y “barrankas”. ¡No importa quién es quién, es más por las risas que nos producen a todos a bordo, a ellos los primeros!

Por mi parte, sigo repasando el Pakea Bizkaia, revisándolo y poniéndolo a punto con la ayuda de todos, para cuando vengan tiempos peores. Además,  aprovecho para descansar y leer todo lo que se pone a tiro.

Anoche, el buen tiempo nos permitió disfrutar de una agradable cena con toda la tripulación a base de albóndigas de nuestro gran amigo Aitor de Amoroto y su restaurante Ibai- Gane, a donde soñamos ya con volver  a nuestro regreso.  La preparación no puede ser más sencilla, calentar al baño maría en agua de mar las bolsas de comida embasadas al vacío, y… ¡a comer! La pena  es que toca a tres pelotitas por persona una vez a la semana. Ya en el catre, con la tranquilidad de que el parte de viento para toda la noche era de viento débil, me di el gustazo de comenzar a leer un viejo libro, del cual tengo el recuerdo de haberlo leído por primera vez con muy pocos años, subiéndome a las baldas de  la librería como podía, empezando a descubrir la aventura de la Mar, sin llegar a entender todo lo que en él estaba escrito, pero imaginándome largas travesías tan solo viendo sus sencillos y maravillosos dibujos. Comienza así : “Me voy. Largo amarras. La vida es mía y la tomo por la mano para irnos por ahí. Dejo atrás todas las cosas que no me gustan….”. Seguro que muchos lo habéis adivinado, se trata de Julio, el maestro, el pionero, el navegante. Julio Villar y su velero Mistral, el libro “¡Eh Petrel! Os  recomiendo leerlo despacio. Una tarde tuve la suerte de cruzarme con Julio en el puerto de Getxo, venía caminando con mi gran amigo Juanra Manzano, otro buen  navegante. Cuando me lo presentó, sentí tal admiración que no fui capaz de decirle lo mucho que ese viaje y esa lectura, sugestionaron mi mente para comenzar a sentir  amor por la mar y la navegación a vela.

“Día sin viento. Día de calma. El mar se mueve como si su superficie fuera la piel de un ser gigantesco…”.

Eskerrik asko Julio.

Unai.

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