Buenos días hermandad, aquí estoy, recuperándome de la impresión que causan unas bolas chinas sin instrucciones de uso. Ha sido un fin de semana que más bien parecía un fin de siglo, menos mal que a cuello toro se le ocurió ganar la carrera de noche, perdón, de coches. El devocionario popular sigue intacto, de momento no hay que retocar el retablo de los insufladores de ánimo. Estaba Nadal asustado, >.
Una semana más dispuesto a ser incomprendido y a que me atrubuyan los malos humos que cada uno cosecha en su hacienda, eso no es nada para os que hemos hecho la mili; a falta de Vietnames, una instrucción chusquera curte el pundonor. No acabarán conmigo ni mis paisanos, joder. ¿Que haría yo sin nire Bizkaia maitia?
Hoy estrenamos sección:
El Contador y el Prestidigitador se parecen algo, sí. ¿No será todo esto un truco?
Bueno, en este post mañanero hecho a retazos no puede faltar el artículo de hoy, os lo cuelgo y voy a ver si me saco algo del cuerpo.
Otro lunes
Lunes y sin Paul Newman, ahí es nada. Era guapo el cabrón, el más guapo que ha parido madre, posiblemente. No me imaginaba yo que le iba a echar de menos de esta manera a Paul. Sí, porque elevaba el nivel de las expectativas que generamos los hombres, era nuestra mejor posibilidad. Todos éramos un poco Paul Newman, yo me conformo con poco, ya lo ven. Creo que se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que era el hombre más guapo del mundo, y del universo también, porque los cabezones esos con ojos de gato ciego que nos llegan de otros planetas, según siempre Iker Jiménez, son horrorosos. Pero amigos, la vida fea continúa, y como reza el refrán: “El muerto al hoyo, el vivo al bollo”, tendremos que conformarnos con los que siguen en pie. Nos queda el Tom Cruise, Urkullu, Bardém, el Duque, Hugo Silva, cuatro futbolistas recién duchados, y para que no se enfade Ana Urrutia, dos o tres surfistas teñidos, y paren de contar. Los demás, en el limbo de los resultones a tiempo parcial, como usted y como yo los días de eclipse total. Además, el Paul Newman, no solo estaba como para comérselo vomitarlo y volvérselo a comer, también debía ser un ejemplo de fidelidad, según dicen. Vamos, que ni Félix Linares era capaz de sacarle la lista de conquistas en su programa de cine-tomate. Me toca a mi esa cara en la lotería de la genética, con esos ojos azules cristalinos, y no paro de dar mi número de móvil. Debe ser una tentación saber que el “sí” ya lo tienes por delante, y no como nos ocurre a la mayoría de imperfectos, que arrancamos con un “no”, cuando no es un “jamás, cariño, y quítate eso de la cabeza”. Por otra parte, lunes, y podemos hablar de nuevo del marido de la cantante del grupo El Sueño de Morfeo, que ha decidido, con un par, dejar de ser sexto en las carreras de coches. Porque de la cadeneta humana, sucedánea de la consulta del veinticinco de octubre, ya hablaremos, ya. Pasen un buen día.