Buenos días hermanos, a la espera de que “Rafa Nadal haga historia” seguiremos con nuestra existencia plana. Ni Lady Gaga puede estimular a los anales; ni Berlusconi con sus frases deplorables; solamente Rafa escribe, los demás leemos.
Zombis
Que no se asuste nadie con las letras de hoy, lo de darse por aludido es una cosa que se puede elegir; uno, si quiere, siempre puede quedarse al margen de la sospecha. Además, ustedes ya saben que yo siempre hablo de otros, mis lectores son espectadores de lujo de un mundo convulso, nunca los considero protagonistas de la acción, uno es un señor. Una vez tranquilizado el ánimo de la parroquia, metámonos en harina. No suelo darle crédito a la casualidad, prefiero pensar que hay un orden o un sentido en la vida y que las cosas que ocurren son consecuencias más o menos justificadas. Es por esa ley de causa efecto que me veo abocado a hacer la siguiente reflexión. Creo que la mayoría de nosotros estamos muertos, con buen aspecto y diagnóstico médico favorable, pero muertos. ¿Por qué he llegado a esta macabra conclusión? La culpa la tiene el cine y algunos videojuegos, más en concreto, un género que está en auge y que me ha proporcionado las pistas para el desafortunado veredicto: los zombis. Ultimamente, proliferan las películas en las que los protagonistas son los famosos muertos vivientes, también los vampiros, que por cierto, son otra especie de muertos, porque estarán conmigo que la inmortalidad no es vida. Y todos sabemos que el cine es una especie de cronista de su tiempo con mayor o menor rigor o precisión. Estamos, por lo tanto, ante un aviso a navegantes para el que lo quiera asumir; las películas de zombis son simples metáforas de nuestros días. Que quede claro que, como hemos comentado al inicio, estamos hablando de nuestros cuñados o de algunos compañeros de trabajo, nunca de nosotros mismos. ¿Quién no ha reconocido, en alguna película de zombis, a varios colegas, de esos con los que te topas a diario en la oficina con la mirada vacía? Hay días, incluso, en los que te apartas de su órbita porque tienes la sensación de que no van a variar su rumbo si te cruzas en su camino. Todavía, no atacan ni se desintegran cuando entran en contacto con la luz, pero todo llegará. Pellízquense de vez en cuando y practiquen eso de nadar contracorriente. Pasen buen día.
A gozarla. Un abrazo de osoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo