Buenos días hermanos. Yo ya estoy en la pista de despegue, hoy empieza una nueva aventura, espero que sea, eso, una aventura con todos los ingredientes del género: emoción, algún sustito, adrenalina, mosquitos, etc…
Gracias por vuestro apoyo constante, ha sido gasolina para mi ánimo.
(Esto no es una despedida, leches, solo que tengo miedo a volar y me pongo tontorrón cuando los motores empiezan a rugir)
Os dejo el sermoncito del lunes. Voy a cortame el pelo y a darme una vuelta para despejarme.
Casi, gol
En cierta ocasión nocturna, un señor de las aceras, un “sin techo hipotecado”, seguramente animado por algunos sorbos de “tetrabrik” peleón, me brindó un comentario que me hizo reflexionar sobre nuestra verdadera esencia, la suya y la mía, querida lectora, estimado lector. Aquel señor me dijo: >, y antes de que mi ego pudiera encajar tanta lisonja, añadido: >, era un piropo democrático. En aquel momento, me sentí una especie de plusmarquista mundial de no sé qué especialidad; también dediqué un pensamiento solidario a todos proyectos de persona que se quedaron a las puertas del óvulo, a los que casi consiguen ser “yo”. Recuerdo que celebré mi triunfo sobradamente. Reconozco que, durante un tiempo, me cambió la manera de mirar a las personas, veía campeones por todas partes, números uno, como todos si estuviéramos en el Olimpo y fuéramos especie de dioses con algunas licencias terrenales. Es curioso, pero si es cierto que somos los elegidos entre millones de probabilidades, es lógico pensar que no debemos aspirar a mucho más en la vida. Intentar ganar otra carrera semejante sería una osadía, o demostrar una avaricia sin límites. Vamos, que, por norma, nos tenemos que conformar con entrar en el pelotón de los gregarios y no aspirar a disputar todos los esprines. Sí amigos, en cuestión de palmarés, y salvo rarísimas excepciones de espermatozoides “pelmas” como Adriàs, Nadales, Beyoncés y Gasoles, siempre vamos a ir a peor; nunca más ganaremos a millones de competidores. Por lo que es necesario que aprendamos a disfrutar de los “uyyyyy” tanto o más que de los goles. Al final, aquello de > va a ser cierto, mal que nos pese. Pasen buen día y si les pide el cuerpo ponerse un maillot amarillo, dense el capricho.
A gozar.