A mi es que el frío me resucita. Hola hermanos, heme aquí, con cara de circunstancias. No sé qué decir, es como si fuera extraño en mi propia casa, no reconozco los muebles.
Bueno, estoy preparando el programa de tele, el UYYYYY, estamos, mejor dicho, somos unos cuantos personajes a cual más singular. Todo apunta bien, hay mimbres para un cesto, pero la audiencia es soberana y decide que tipo de cesto quiere.
Mari Luz, gracias por echarme de menos en tus comentarios.
Por cierto, si os gusta el tema del deporte y queréis proponer alguna idea, estaré encantado en escucharla; ya sabéis que todo lo que viene del blog esta bendecido
Os dejo el artículo de hoy
El lugar del saber.
Todo apunta a que la “presencia física” tiene los días contados, exceptuando la nuestra, que cada vez es más lustrosa y oronda; mientras engordamos y se nos hinchan los papos como a los sapos, se vuelven virtuales los libros, las libretas y los juegos de mesa. El futuro quiere ser pantalla y las tres dimensiones pasarán a ser un efecto óptico provocado por unas gafas de colores. De aquí a cuatro salones tecnológicos en Japón, aparecerá la primera cuna de plasma con bebé virtual y que siempre se parecerá al padre oficial para evitar malos rollos. Creo que todo llegará, tarde o temprano, incluso nuestra propia conversión en gigas para poder viajar por e-mail. Lo que no acabo de ver es el libro electrónico, lo siento, ahí el futuro va a tener un escollo insalvable. Dentro de cada lector habitan un cazador, un aventurero y un coleccionista, además de cientos de seres perversos. Cada libro leído, es una conquista de la imaginación, una pieza de la colección de nuestras hazañas. Por mucho que intento, no logro imaginar un reportaje cuyo protagonista sea un escritor o un historiador, humanista, ensayista, filósofo, sociólogo, etc., en el que no aparezca fotografiado el susodicho rodeado de cientos de libros otorgándole credibilidad. No hay paseo más gratificante que el que se realiza por la biblioteca, o simple estantería, donde uno tiene disecados todos los libros, los leídos y los que esperan ser desvirgados, porque también es patrimonio de uno el sueño, la esperanza y el deseo de algo que todavía no se ha realizado. Y por Dios bendito, que no nos quiten la opción del libro como regalo en los cumpleaños y en las navidades, ¿qué iba a ser de nosotros? Y regalar una recarga para un libro electrónico con todas las obras completas de Camilo José Cela, por poner un ejemplo, se me antoja triste y desalmado. Pensemos también en la industria del papel estampado para regalos y en la de artesanos que viven del separa-páginas personalizado. Pasen buen día
A gozarla por ahí