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Óscar Terol

Se abre el Terol

Porque estás ahí

Buenos días hermanos.


No me las puedo cortar, necesito todos los días acariciar una guitarra, lo siento por los cánones de belleza y la estética, pero va en el lote la uña larga. Lo de afeitarme todos los días lo puedo aceptar, que me he visto en el vídeo, y parezco un funcionario con gripe, joder.

El sermoncillo de hoy:

¿Para qué sirve un mitin?

Es una pregunta que me hago todas las campañas electorales, y nunca he encontrado una respuesta que me satisfaga. Porque, que yo sepa, a los mítines van los simpatizantes del partido de turno y unos cuantos periodistas. Y me imagino, que los asistentes al mitin tendrán el voto decidido de antemano, entonces, ¿qué sentido tiene asistir a un espectáculo tan obvio? Incluso, en el peor de los supuestos, en un mitin, te arriesgas a perder algún voto; el clásico ciudadano crítico que no ha salido conforme con el tono de voz del orador, o que se ha quedado sin banderita en el reparto. Hablando del tono de voz, no hay inflexión más patética que la del mitinero en campaña; esas frases que van subiendo progresivamente el volumen hasta llegar al clímax donde estalla la masa enfervorizada. Que generalmente suele coincidir con el insulto al oponente, nunca he visto que un auditorio se ponga en pie a aplaudir con la simple lectura del programa electoral de ningún partido. ¿Y qué me dicen de la aportación de la Izquierda Abertzale a la estética mitinera? Ahora es impensable un mitin, del partido que sea, sin segundo plano, sin decorado humano, esas personas situadas detrás del hablante y que nos miran como diciendo “Yo también pienso lo mismo”. Ahora está muy de moda incluir algún negro, o algún deficiente para dar imagen de solidaridad y de sensibilidad con los más desfavorecidos. Pienso que detrás de cada mitin hay una escenificación de la democracia, un acto con tintes románticos donde el político, movido por una necesidad de arena y multitud, carga las pilas para seguir creyendo en su misión. Creo, además, que suprimiendo los mítines recortaríamos el gasto excesivo de las campañas electorales y los políticos no se nos desgastarían tanto. También es cierto que no he ido nunca a ninguna misa negra de esas, igual me estoy perdiendo sensaciones fuertes, gozos y placeres sensuales. Ya me dirán. Pasen buen día.

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Un espacio para el intercambio de humor. Por Oscar Terol

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febrero 2009
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