Buenos días hermandad, os saludo con el brío del que ha madrugado y, a estas horas (8:00 A.M), ya ha escuchado dos partes informativos en la radio.
Sí, mi cabeza está empezando a tomar decisiones sin mi permiso, como por ejemplo, despertarme a las cinco de la mañana para que le de vueltas a una idea que a ella le repite. Las ideas, en oasiones, son como ese ajo de la comida que no dejas de saborear en todo el día. Sufro de alitosis mental aguda. Otros lo llamarán estrés. Estamos preparando el programa de este año, vuelve UYYYYY, y el proceso obsesivo ha comenzado y amenaza con ráfagas huracanadas.
¿Hay algún científico de guardia el la blogosfera? Porque tengo unas preguntitas:
Si solamente utilizamos el 10% de nuestro cerebro, como aseguran, ¿por qué sentimos saruración mental habiendo tanto “disco duro” libre? ¿Cantos gigas de capacidad tenemos?
¿Cuantas canciones podemos almacenar en la azotea para un tarareo digno?
¿Contarle las penas a un amigo libera la memoria interna?
¿Hay cerebros MAC?
Mas letras:
Fallo
En esta ocasión, supongo, que el beso entre Iker y Sara se habrá producido en la intimidad, por mucha emoción que les desborde. La incontinencia besucona, además, es un mal que se cura cuando ves las imágenes por la tele, una vez pasado el calentón dem momento. Al igual que la venganza, la vergüenza se sirve en frío. Lo primero, felicidades a eso que se da en llamar “la roja”, esa marca que ha acogido sensibilidades dispersas y recelosas de las connotaciones que siempre acompañan a palabras como “Selección española”. Y dicho lo cual, que es lo cortés, me voy a arriesgar a ver si hay vida afuera del rebaño oficial. Para mi gusto, la selección roja ya está suficientemente premiada, con mucho merecimiento, por supuesto. Y el premio, aparte del título conseguido, de la propia copa, de las copas posteriores, y de las visitas reales a los vestuarios, ha sido el cariño de la gente y la identificación con un grupo humano atractivo que ha sabido estar por encima de los que buscan oro en los conflictos. Y la primas, claro, porque nunca olvidemos que esto es un negocio para los que no están sentados en la grada. Hablando en pata, que yo le hubiera dado el premio a cualquiera de los otros finalistas, por ejemplo a Edurne Pasabán, que ha logrado algo que ya nadie podrá volver a conseguir. Pienso que los premios importantes deben tener siempre una función cercana a la justicia, como si fueran bálsamos anímicos que repararan una falta o un “debe” de la sociedad respecto al premiado. Y como no soy muy partidario de los homenajes póstumos –el bollo hay que comérselo en vida, y no dejarlo para que lo disfruten los herederos- creo que se ha perdido una oportunidad con Pasabán. También es cierto que, y aquí me pongo en el lugar de los organizadores de la gala de entrega de los Príncipes de Asturias- es más vistoso ver desfilar con el esmoquin de rigor a los veintidós muñecos de Reina y su posterior monologo en una discoteca de Oviedo, que a una montañera con sonrisa tímida. Las leyes del espectáculo son así de exigentes, y el listón, ahora, está por encima de los ocho mil metros. Pasen bien día
Sí, ya sé que es un post muy austero en lo que a imagen se refiere, de acuerdo, os debo un video y un millón de fotos, lo pagaré con intereses.
Abrazo de osooooooooooooooooooo