Hermanos, siento las tardanzas. Mikel, gracias por lo del artículo en el comentario. Os doy unas exclusivas. Las fotos de la grabación del sketch de “La cuadrilla” para el especial de nochebuena “En ocasiones bebo mosto” donde podremos ver los mejores sketches de las dos primeras temporadas de “vaya semanita”
Esta grabación fue el sábado pasado, nos reunimos después de varios años con la consiguiente emoción. Como siempre Joxepo, desafiando al frío y al vino de txikiteo, lo dio todo. Los demás también.
Fue una especie de ceremonia nostalgica. El sketch ha quedado de puta madre, lo acabo de visionar hoy.
Os dejo el artículo de hoy.
Homenaje
Estas palabras escritas sobre el papel del periódico, tan efímero como necesario, soporte del alimento diario, quieren ser un homenaje a los mercenarios del carrito y del albarán. Los transportistas, también a los carteros, camioneros y recadistas que trabajan, sobre todo durante estos días, a destajo para que nuestro bienestar no sufra merma y no sintamos el desamparo. Además de hacer posible fenómenos como la “teletienda” y que Internet sea un supermercado al que accedes desde el salón de tu casa. Jugándose el tipo, la multa y la incomprensión de muchos viandantes, culebrean con sus furgonetas por las calles de las ciudades para cumplir con el plan del reparto, siempre al límite de lo posible. En las navidades, la fama y la gloria se la llevan los personajes fantásticos, los seres mitológicos y sus majestades bíblicas, pero el trabajo sucio lo hacen los “gladiadores de la doble fila”; generalmente autónomos porque no queda otra, con una faja abrazando el abdomen para que la vieja hernia no les lleve a la baja que nadie les va a pagar. Ellos, alguna “ella” también hay, se merecen todos mis respetos y mi admiración. No salen en las películas, no protagonizan novelas y ningún niño quiere ser como ellos cuando se le pregunta qué va a ser de mayor, sin embargo, son los auténticos héroes, si me apuran, más que los bomberos. Llegan, te tocan el timbre, te entregan el paquete con una sonrisa y te alargan un papel, o una máquina electrónica, para que estampes tu firma. Es lo único que te piden: un autógrafo; incluso, te hacen sentir importante, y desaparecen como una estrella fugaz antes de que el guardia de turno les empiece a rondar por la furgoneta. A todos ellos, y a las “ellas” que haya, les deseo unas felices navidades y les reconozco una labor ingrata, sin la cual, esta locura de sociedad, ansiosa y necesitada de estímulos comerciales, no aguantaría ni un solo día. Pasen un buen día.
Pasar buen día.