Buenos días hermanos, os dejo por aquí el artículo de hoy y un saludo.
Ra, ta, atún.
La vida en el mar se está complicando para los peces y demás especies marinas, y también, para los que se mojan el culo. Entre estos últimos, cabe destacar los que se juegan la vida por intentar vivir, los inmigrantes; y los que se dedican al ancestral oficio de la pesca. No me olvido, por supuesto, de los marinos, los remeros sin bandera, nadadores a lo Meca, buceadores, narcotraficantes, percebeiros de acantilado y surferos de postal; todos ellos se la juegan de una u otra manera, porque el mar, o la mar, es tan atractiva como indómita y traicionera. Estos días, hemos conocido la noticia de nuevos intentos de asalto a barcos atuneros por parte de los piratas en el Océano Indico. Desde hace un año, marea arriba, marea abajo, estamos con esta canción en los informativos. Ante la imposibilidad de proteger a los pescadores echando mano de los infantes de marina, petición que habían hecho los armadores, el Ministerio de Defensa permitirá la contratación de servicios de seguridad privada con armamento de largo alcance. Es decir, los atuneros vascos que faenen en aguas conflictivas podrán llevar francotiradores a bordo. El protocolo al que están sujetos estos “marinos con mira telescópica”, que depende del Ministerio del Interior, no especifica, de momento, los detalles de cómo y cuando podrán practicar el “tiro al pirata malo”. Independientemente de lo oportuno o no del asunto, de las opiniones y de los juicios al respecto, que sin duda los habrá de todos los colores, podemos afirmar que el atún ha entrado en el club de los peces co leyenda. Hasta la fecha, una lata de atún era un recurso fácil para enriquecer una ensalada, o para improvisar un bocadillo, poco más. Ahora, con tiroteos entra piratas y “Rambos de cubierta”, cada lata en la despensa nos evocará a las grandes batallas libradas en alta mar. Y no tardará mucho tiempo en sustituirse el clásico “Atún en escabeche” por “Atún en escabechina”. Pasen buen día.