>

Blogs

Óscar Terol

Se abre el Terol

Buenos días

Buenos días hermanos.

Lo primero, quiero presentar otra obra de arte del insigne Mikelbranagh; un incansable de la fotocomposición. Y de paso, que sirva de invitación para todos aquellos que lo deseen. Será una fiesta cárnica en toda regla.

Lo segundo, os cuelgo el artículo de hoy. Va de los encierros, y tengo que confesar que, al final, he acabado algo cansado de tanta cornada televisada. Me estoy haciendo vegetariano televidente; ya solo quiero ver imáganes bonitas por la televisión: prados con flores, animalitos pastando, algo de nudismo, etc.

Aforo limitado

Reconozco que estoy influenciado por los últimos acontecimientos, los desafortunados, claro; los que acaban en esquela y los que pasan por el quirófano con pronóstico reservado. Un impulso que me sale de no sé qué recóndita entraña me empuja a ver los encierros a diario por la televisión, con el consiguiente madrugón. Todos los días, cuando el último toro entra en los toriles de la plaza y se para el cronómetro, me hago la misma pregunta: ¿tiene sentido esta barbaridad? Yo mismo me respondo con un “no” rotundo, pero repito a la mañana siguiente con la misma expectación. Supongo lo que me mueve a repetir la escena es el mismo pálpito misterioso que alienta a los mozos que salen a tropezarse y darse golpes por las míticas calles de Pamplona. En su caso puede haber también algo tribal, seguramente el encierro es para muchos un rito en el que se adquieren los galones del valor, la hombría, un bautismo de adultez, o si me apuran una ruleta rusa folclórica y disimulada de tradición que nos recuerda nuestra fragilidad y que tenemos fecha de caducidad. Al fin y al cabo, siempre que el toro esta por medio, el hombre se enfrenta a la bestia, que no es sino una representación de la muerte; el gran reto, el gran miedo de la humanidad. No es cuestión de poner en tela de juicio la celebración de los encierros, no seré yo el que tire esa piedra, es un debate todavía prehistórico, pero creo que hay evidencias que merecen un comentario. Por lo que se puede observar en las imágenes, uno de los grandes problemas de los encierros es la masificación; muchos mozos no pueden desarrollar sus carreras y sus “escapatorias” en las condiciones óptimas por falta de espacio y de la visibilidad necesaria. Hoy en día, que tenemos leyes, hasta hartar, que limitan el aforo de los locales por motivos de seguridad, es ilógico que se suelten seis toros en medio de una manifestación de bravucones con la testosterona al pil-pil, por muy experimentados que estén, digo yo. Pasen buen día.

A gozarlaaaaaaaaaaaaaaaaa

(Voy a Pamplona, mañana por la mañana estaré de vuelta, no creo que pueda abrir el blog)

Temas

Un espacio para el intercambio de humor. Por Oscar Terol

Sobre el autor


julio 2009
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031