Buenos días hermanos, ¿cómo va eso?

Tal y como os prometí, aquí os cuelgo uno de los dibujos del libro, el que tenemos en común (es de inspiración Kristiana) Para entender su significado plenamente, hay que leer el libro; espero que esté en la librerías en septiembre. Gracias por las ideas que me enviasteis.

Esto es una primicia, espero que no se enfaden los de la editorial.

Hoy voy a Madrid a llevar todas las ilustraciones y a cerrar el proceso del libro. Si me tratan la mitad de bien que a Patxi López, me doy con un canto en los dientes. Me conectaré desde allí.

“Buscador dre buenos humos” nos hiciste un bonito regalo ayer (leer comentario) a lo que sólo s epuede añadir: amen.

Os cuelgo también la pedrada de hoy. Los domingos por la tarde son letales.

Incógnitas de un lunes cualquiera.

Supongo que habrán tenido alguna vez la misma sensación; es como si te faltara algo y no sabes exactamente que es. Así estaba yo últimamente, con un vacío existencial, hombre, de carácter leve, tampoco vamos a dramatizar en exceso. La causa la encontré ayer por la tarde, me vino de sopetón a la mente la imagen que estaba echando de menos. Los cerebros son así de caprichosos, cuando menos te lo esperas, hacen inventario y sacan a la luz las respuestas que buscabas. ¿Por qué ya nadie habla de Marina D´or? El año pasado, cada corte publicitario de la televisión tenía su consiguiente anuncio de la famosa ciudad de vacaciones. Nuestra Anne era la encargada de donar su glamour a la venta de aquellas moles de hormigón con vistas al mar y plagadas de alicientes turísticos. Las imágenes mostraban constantemente gente recibiendo masajes, o disfrutando del burbujeo y de los chorros de las infinitas piscinas que, al parecer, había allí. Nos hablaban de un lujo al alcance de todos: hoteles de cinco estrellas, campos de golf y un balneario de agua salada que debía ser el más grande toda Europa. Todos los que aparecían en los anuncios eran guapos y se estaban riendo, tanto es así, que aquella arcadia mediterránea inspiraba cierto aspecto fantasmal, como si se tratara de un paisaje del mas allá. Toda felicidad necesita de sus extrarradios, sus desconchados y sus barrios chinos para ser real, y por allí no se intuían, la verdad sea dicha. Curiosamente, meses después, no conozco a nadie que haya estado metido en ninguna de aquellas piscinas, y no he oído hablar en ningún medio de la “Atlántida” de Castellón. No sabemos si tienen equipo de fútbol, ni en qué división juega, tampoco se ha cometido ningún crimen que haya saltado a la palestra, ni han aparecido en sus playas cetáceos varados. Vamos, que ha sido inasequible al reportaje televisivo. Porque yo lo puedo jurar: Benidorm existe, tengo fotos. Pasen buen día.

Empezar bien la semana, ya nos la cargaremos poco a poco.

Abrazo de osoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo