Algo era ello

Andaba yo con la mosca detrás de la oreja últimamente, me faltaba algo y no sabía qué era exactamente. No estoy hablando de un problema, ni de ningún asunto que me impidiera ser feliz, no, simplemente un detallito, como cuando alguien cambia de sitio un objeto de la decoración de tu casa, desordenando tu Feng Shui particular. Supongo que a ustedes también les sucedería algo parecido, no me creo tan importante como para tener sensaciones originales, me considero un común mortal, con alguna que otra aspiración trascendental del tipo reencarnación, o ingresar en la dotación de ángeles de la guarda, sin más. Y mire usted por donde, que ayer domingo caí en la cuenta de lo que me estaba generando ese conato de desasosiego. Lo descubrí cuando un amigo mío le preguntó a otro a ver que había hecho un tal Kubica. De repente, todo encajó; estábamos huérfanos de formula uno, eso era lo que estábamos echando en falta los últimos meses. La nueva religión de los domingos con el padre Lobato al frente narrando las andanzas del mesías Asturiano y su R29. ¡Ya estamos todos, por Dios y por Briatore! Los fines de semana ya están completos, muchos volverán a tener excusas para llegar a las siete de la mañana a casa. A partir de ahora, veremos como nuestros cuñados y amigos hablan de las intenciones de Barrichelo, de Button o de Massa con un conocimiento que ni siquiera tienen para si mismos. Tendremos que separar a más de un conocido, enganchado en una pelea por defender la decisión del piloto de turno de cambiar los neumáticos de sirimiri por los de chaparrón. Y el pobre Hamilton, el niño mimado que se ha ganado las iras de toda la españolidad, -vascos incluidos también en esta cruzada-, seguirá siendo el malo de la película un año más. Porque la fórmula uno es de Fernando, como el tenis es de Nadal, y cualquiera que ose arrebatar los laureles de la cabeza de nuestro Alonso, será un infiel, y pagará por ello. Por lo demás, pasen buen día, hoy es su Gran Premio.

Buen díaaaaaaa