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Óscar Terol

Se abre el Terol

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Buenos días hermanos.

Hoy no puedo colgar un video, no tengo más que media hora libre, os cuelgo el artículo y os comento lo del sorteo.

Ya he decidido lo del sorteo. Los 25 comentaristas (diferentes) que publiquen a partir del comentario 5000 (del 5001 en adelante) entrarán en el bombo.

Ah, lo del Pasword creo que lo emiten la semana después de semana santa; no sé si la de pascua, o la siguiente. Así me dijeron.

El día del padre.

Mañana es el día del padre, y nunca mejor dicho, sí, porque quedará uno, o ninguno; me refiero a padres de los de antes, de los de toda la vida, serios, rígidos, ejemplos de esfuerzo y rectitud, bastiones de la moral y la conciencia familiar. Un hombre se convertía en padre el día en el que nacía su primer vástago, estuviera o no presente en el parto. Desde ese momento, y bajo juramento consigo mismo realizado en la intimidad, se encomendaba a la sagrada misión de ser ejemplo y custodia para su descendencia recién inaugurada. Lógicamente, y obligado por el cargo paternal, empezaría a vestir como un padre, es decir, sobrio, elegante, no como ahora, que los padres parecemos adolescentes malcriados salidos de una teleserie yanqui. Y no sólo por fuera, también estaba obligado a llevar calzoncillos de padre, de esos blancos “antisex” cien por cien algodón, con amplia holgura y camiseta a juego. Como mucho, y en casos de práctica deportiva, se admitía un slip horroroso con algún motivo estampado: amebas, ositos, esquiadores, etc. Se le permitía la licencia de tener un pantalón vaquero para las vacaciones de verano, pero de pinzas, nada de marcar culo como un soltero. Por supuesto, el pelo corto, arreglado, y de ser necesarias las gafas, con cristal grande, la clásica gafa de padre que podía llevar cristales ahumados en verano, nunca unas gafas de sol, que siempre confieren cierto aspecto lujurioso. Un padre, además, debía oler a hombre casado; a Varón Dandy, por ejemplo, un aroma acogedor, de abrazo fraternal, nada sospechoso de estar buscando “pelea”. Y aunque fuera un enclenque, debería parecer el hombre más fuerte del mundo para sus hijos, por lo menos, hasta que hicieran la primera comunión. Y lo más importante, un padre nunca expresaba su duda en público; siempre sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal. No como yo, que no sé si tengo que estar a favor en contra de la ley del aborto. Pasen buen día.

Eso, a pasar un buen día.

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Un espacio para el intercambio de humor. Por Oscar Terol

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marzo 2009
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