Hemos superado la cota de 3000 comentarios, ayer mismno, en los 5000, habrá un sorteo glorioso con un premio espectacular, lo prometo.
Venga, que tengo día tonto (aquí tu chiste Pepe, quie te lo dejo fácil), poner la música de los anuncios de Coca Cola.
Hermanos, hemos hecho gandes cosas juntos, hemos tenido aciertos…
…hemos tenido intentos…
…y hemos hecho virtud de levantarnos con el pie izquierdo…
…seguiremos saltando en la cama y haciendo guerra de almohadas.
(Parar ya la música)
Me matan, seguro. Os cuelgo el artículo de mañana, una licencia que me tomo sin permiso de los que mandan. Es que hoy voy sobrao.
Abramovich, te has pasao.
Entre las cosas que, en su día, prometí regalar a alguna novia mía, sin duda, estaba la luna. También recuerdo una frase que repetía constantemente en las fases álgidas del enamoramiento: >. Solía ser, por lo general, delante de paisajes espectaculares, véase una puesta de sol en el mar cantábrico, los viñedos de la Rioja, o los bosques de hayas de Navarra, casi nada. Las dos partes, la novia de turno y el menda, sabíamos que aquello era una declaración de intenciones vacía de contenido, un juego en el tablero de la imaginación, y funcionaba perfectamente porque no había nadie capaz de mejorar mi oferta. En el mundo de los sueños no hay que ponerse límites, siempre hay que aspirar a se el rey del mundo. El problema viene cuando compruebas que otros registran ante notario tu patrimonio onírico, como es el caso del Abramovich este de los… que le acaba de regalar a su novia un pedazo de la luna. Eso no se hace. Me parece genial que los que están forrados se rodeen de lujo, se congelen para ser inmortales, se alarguen el pene con células de su propio cuerpo, lo que quieran, pero la luna dejarla sin hipotecas, por favor. La luna es de todos los enamorados del mundo, de todos los soñadores, ilusos, fantasiosos, olvidadizos, lunáticos, de todos los adolescentes con granos y voz de hombre, de todas las princesas, mujercitas, mujeres y mujeronas, de los niños, de los abuelos y mía, y de usted. Abramocich, cómprate la liga inglesa entera pero devuelve el cacho de luna que no te corresponde. Que la luna mengüe por imposición de su ciclo, lo entendemos, ahora, que mengüe por los bocados de tus caprichos, ni hablar. Piensa en ese joven que, esta noche, abrazado a su novia, le va prometer la luna entera para conseguir el primer beso. Y ella, que no está muy por la labor, le va a contestar: >. Abramovivh no nos jodas más. Pasen buen día.
