…de arena para levantar esos ánimos de lunes gris. Buenos días hermanos. Siguen llegando buenas noticias al correo del blog. Buenas poses. Tenemos un agosto musical y un septiembre estudiantil.
Cris, no alcanzamos a ver si es Vivaldi el compositor que te inspira, o Mozart, o Ravel, pero es una buena elección. ¿Para qué necesitamos el rock teniendo a los clásicos así de descarados?
Muchas gracias, Cris.
José Luis, animando el Lunes a la parroquia, así da gusto, con la txapela como única prenda, ¿para qué más, verdad? Ese cuerpo no es de tocar el piano, esta claro.
Muchas gracias, José Luis.
NOS QUEDAN TRES MESES PARA QUE ALGUIEN INTERPRETA SU FANTASIA Y ANIME LA NUESTRA. seabrelterol@gmail.com
Os cuelgo el artículo de hoy.
Afición
Los lunes de derrota liguera son más lunes, más ásperos y más grises. Los que nos están conectados al estímulo incierto del fútbol tampoco se libran de la losa del primer día de la semana, aunque defiendan lo contrario en las tertulias del café. Al fin de semana le pedimos resultados, alegrías, vicios y placeres, que para eso somos la sociedad del bienestar, esa que tanto pregonan nuestros obamas particulares. Y al aficionado a las setas, que se ha pateado medio Euskadi y ha traído el cesto vacío, también le pesa el lunes más que al que se ha encontrado con una alfombra de hongos por casualidad. Por no hablar de los sinsabores de la madrugada, de esas noches de sábado que estas metiendo fichas hasta el amanecer y te vas a casa con el marcador a cero. Incluso, los intelectuales radicales, los que miran por encima del hombro a los militantes de grada y bocadillo, también están expuestos al resultado de un libro, de una opinión, o de una cena en ingrata compañía. Todos somos afición, hermanos. Y como aficionados, queremos, cuando menos, resultados, y si no puede ser, exigimos disfrute, entrega, pasión. En los últimos tiempos, y me ciño al fútbol para explicarlo, estamos viviendo un curioso fenómeno: lo único válido es la afición. Muchas veces, esta afirmación se utiliza de una manera populista por los profesionales del deporte, pero no por ello deja de ser cierta. Nos estamos convirtiendo en un país de aficionados profesionales, de grandes hinchas, de insufladores de ánimo, de héroes de graderío, y pagando, claro. Escuchamos frases como >; >, etc. La afición siempre juega bien en Euskadi, y en Bilbao en particular. La pregunta incómoda que surge ineludiblemente es esta, o parecida: ¿Estarán perdiendo afición los profesionales del deporte? Cuando la historia motiva más que al presente, mal vamos. Pasen el lunes.